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Existe un amplio debate sobre la necesidad de limitar la llegada de turistas a nuestras islas por la sensación existente de congestión, pero si analizamos los datos con detenimiento podemos cuestionarnos quiénes son los verdaderos culpables del problema. Ahora, tendemos a culpabilizar a los turistas y más concretamente a las viviendas de alquiler vacacional, pero esa no es la realidad que muestran los datos.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la estancia media de un turista en las Balears está por debajo de los siete días, concentrándose el 85% de las llegadas en un periodo de seis meses (mayo a octubre). Es decir, si este año igualamos las cifras de 2019, casi 16,5 millones de turistas habrán transitado nuestras islas; de ellos, alrededor de 14 millones lo habrán hecho durante los seis meses referidos, o dicho de otra forma, durante las 26 semanas que dura la temporada alta habremos incrementado nuestra población algo más de 535.000 personas. Parece un dato impresionante pero Balears tiene una planta hotelera de más de 440.000 plazas que deben de ocuparse al máximo durante las 28 semanas en que un hotel permanece abierto anualmente.

En el año 2007, antes de que estallara la crisis financiera causada por la burbuja inmobiliaria, el número de turistas que llegó a las islas fue de 13.240.000, es decir, unos 3,2 millones menos que en el año 2019. A comienzos de ese mismo año (2007) vivían en las Islas 1.005.184 habitantes, o lo que es lo mismo, 225.000 habitantes menos que a principios de 2022. Si tenemos en cuenta que los turistas pasan actualmente menos de una semana en la isla (6,6 días en el acumulado hasta septiembre) mientras que un residente (salvo que viaje) lo hace las 26 semanas, resulta que los 225.000 nuevos residentes equivaldrían a más de 5,8 millones de turistas en temporada alta. Como puede observarse, si un nuevo residente equivale a 26 turistas, la culpa de la congestión actual debe atribuirse en más de dos terceras partes al aumento de nuestra población y en menos de una tercera parte al aumento de turistas.

Pero además de no ser los turistas los principales generadores de la congestión tampoco parece que las plataformas de alquiler vacacional sean las causantes de nuestra desazón. Airbnb se fundó en abril del 2007 en San Francisco y Home Away (Vrbo) en Texas en el 2005. Por tanto, en el 2007, con casi total seguridad, de los 13.240.000 turistas llegados ninguno lo hizo por medio de dichas plataformas. De hecho, en el 2007 apareció el primer smartphone en el mercado y la tablet estaba aún por llegar. Desde entonces, el aumento de turistas ha sido del 24% pero ha coincidido con una caída de la estancia media del 24% al pasar de 8,7 días (según Ibestat) a 6,6 días en 2022. No es un dato que debiera sorprender ya que sabemos que la revolución digital ha acortado la estancia media y ha aumentado la frecuencia con que viajamos en la última década y media.

En realidad el discurso de la congestión turística es una mala excusa que ampara la inacción política. Desde el año 2007 no se han construido aparcamientos, ni carreteras, ni ninguna otra gran infraestructura mientras que la población balear crecía un 25%. Este dato no debería sorprendernos, la población mundial ha aumentado 1.200 millones durante ese periodo, un 20%, y en el tercer mundo sus ciudadanos ansían emigrar al mundo desarrollado. En conclusión, recuerde, si busca culpables de la congestión no dirija su dedo acusador hacia los turistas, hágalo hacia nuestros políticos.