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En julio de 1981 el presidente Ronald Reagan prometió reducir la enorme carga de los impuestos federales sobre sus ciudadanos. La inflación era demasiado alta. Lamentablemente, el intento de la Sra. Liz Truss de emular a Reagan estaba condenado al fracaso por varios motivos. Considerando el mercado de divisas, reaganomics fue acompañado por un dólar fortalecido. El dólar es la moneda de reserva mundial, a la que acuden los inversores cuando cae el apetito por el riesgo, como suele ocurrir cuando la reserva federal sube las tasas. Una moneda fuerte abarata las importaciones y ayuda a contener la inflación. En cambio, las importaciones más caras están impulsando la inflación. Ese es un gran dolor de cabeza para una economía como la británica que depende tanto del comercio.

Es admirable tratar de impulsar el crecimiento a largo plazo mediante regulaciones de poda e impuestos. Pero el alto crecimiento de la era Reagan fue en parte el resultado de que las mujeres ingresaran en la fuerza laboral. El Reino Unido está envejeciendo y su economía todavía se está ajustando al Brexit. Estos factores están perjudicando el lado de la oferta de la economía más de lo que las reformas pueden ayudar.

Los apostadores de la Sra. Truss parecen haber leído solo el primer capítulo de la historia del reaganomics. Los recortes de impuestos no detendrían, en su caso, una profunda recesión, pero en marzo de 1984 la inflación anual había vuelto a subir el 4,8% lo que reflejaba los temores de la espiral ascendiente de los precios, la inflación solo se anclaría si el parlamento aumentara los impuestos. Si el gobierno británico no corrige su rumbo el resultado será más conflicto entre las políticas monetaria y fiscal y el riesgo sería que la inflación se afianzara.

Mientras algunos de los partidarios de la Sra. Truss se preparaban para marcar el comienzo de la era del crecimiento económico, una declaración del Sr. Kwarteng, entonces ministro de Hacienda de la Gran Bretaña, que pronunció el pasado 23 de septiembre, inició el principio del final al dar a conocer 45.000 millones de libras de recortes de impuestos no financiados, junto con medidas temporales para ayudar con las facturas de energía, que asustaron a los mercados fiwartengnancieros de manera espectacular. La mayoría de los recortes de impuestos y el gasto de emergencia habían sido señalados pero las medidas del lado de la oferta necesarias para pagarlas eran vagas y el enfoque del nuevo gobierno hacia las finanzas públicas fue arrogante. Peor aún, el telón de fondo de la épica ruptura presupuestaria del ministro Kwarteng fue una caída del mercado de los bonos que elevó los costos de endeudamiento incluso para los gobiernos más solventes. Cuando los inversores se asustaron el Banco de Inglaterra reaccionó el 28 de septiembre diciendo que estaba dispuesto a comprar cantidades ilimitadas de bonos a largo plazo para restablecer el orden de los mercados financieros. Anteriormente la libra se había desplomado a su nivel más bajo frente al dólar y los mercados suponían un 40% de posibilidades de que alcance la paridad con el dólar. Las comparaciones entre la Gran Bretaña y los mercados emergentes se cruzaron. El FMI criticó el plan del Sr. Kwarteng. El daño económico y político de la última semana, increíblemente solo tres semanas después de que Truss ocupara el cargo de primer ministro, la dejaban sin margen de maniobra. She was fired. ¡Bajar los impuestos SÍ!, siempre dentro del contexto de la política económica y financiera establecida.