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Decía John Maynard Keynes que el principal problema de la humanidad es combinar la eficiencia económica, la justicia social y la libertad individual. Keynes entendía que el mercado liberal no siempre se autorregulaba y engendraba graves crisis, por lo que era necesaria la actuación del estado. Muchos economistas también creemos, al abordar el tema de limitar una actividad productiva como es el turismo, que no solo hay que hacer frente a un reto técnico y legal sino también a otro social. Habrá una parte de la sociedad que se resistirá a perder un empleo actual o futuro y otra parte del empresariado que temerá por su derecho a crecer o desarrollarse en su ámbito actual. Estamos pues en el paradigma de Keynes: eficiencia económica vs. libertad individual.

En el caso de Balears estos retos no parecen ser tan graves desde una perspectiva histórica de la última década ya que por un lado, el ciudadano residente gracias a su formación (en especial jóvenes) está en mejor situación de acomodar su vida laboral mientras que los empresarios turísticos (en especial hoteleros) están en el buen camino de la diversificación y del descubrimiento de nuevos destinos fuera de Balears. No obstante, queda pendiente realizar un mayor esfuerzo formativo para las nuevas generaciones que deberían ser los primeros beneficiados con los ahora abundantes fondos europeos destinados a otras inversiones llamadas «infraestructurales» o «desestacionalizadoras».
Lo grave del reto «crecimiento turístico» en Balears, al igual que en otros destinos de turismo masivo o popular (no solo de sol y playa) es la falta de previsión del desarrollo y planificación del territorio por parte de las AA.PP. (en especial ayuntamientos). Un caso ilustrativo es lo ocurrido con los planes de la Platja de Palma. Y lo grave del reto «sostenibilidad turística» es la fuerte estacionalidad operacional de Balears que, si bien no tiene una solución integral por razones climáticas, puede tener margen de mejora con ágiles y poco costosas actuaciones promocionales y de marketing.

Esto nos lleva a sugerir que, por el cambio climático y la carestía energética (guerra de Ucrania), hay un mercado nuevo que se abre este invierno para Balears como destino refugio temporal no solo de ucranianos sino también de alemanes y nórdicos, como ya reportaban hace pocos meses algunos empresarios hoteleros. Se trata de una nueva demanda de larga estancia que en parte compensaría la escasez del programa del Imserso de este invierno y posiblemente del siguiente. No obstante, nuestra oferta de hoteles y viviendas vacacionales se vería limitada por la escasez de sistemas de climatización para afrontar el invierno balear. Además, otros retos serían tener mayor conectividad aérea (existente ya para Alemania) y crear un diseño consensuado de zonas vacacionales costeras y periurbanas (con servicios complementarios del hospedaje). Si no diera tiempo a implementar esta novedad alojativa en este invierno, podría intentarse para el próximo ya que, por desgracia, es muy probable que su necesidad sea aún vigente.