David Baret
David Baret

Periodista

Bienestar 5.0

TWL

En plena era postpandemia, el bienestar ha dejado de ser un complemento turístico para convertirse en un eje de transformación de la industria. La búsqueda de una vida más larga, más saludable y más equilibrada no solo ha impulsado el auge de clínicas especializadas y retiros espirituales, sino que ha entrado con fuerza en el terreno del lujo hotelero.

Leo en la prensa suiza que desde verano de 2023, spas como el Six Senses del hotel The Alpina de Gstaad, combinan cuencos tibetanos, esterillas de yoga y camillas de masaje ayurvédico con equipos de alta tecnología, integrando lo que hoy se conoce como tecnologías de biohacking, un concepto destinado a optimizar las facultades físicas, emocionales y mentales para prolongar la longevidad. La salud, más que un estado, ahora se está convirtiendo en experiencia. Este fenómeno no es aislado. Responde a una tendencia de fondo basada en la medicalización del ocio y la digitalización del autocuidado. Las grandes cadenas de hospitalidad de alta gama han comprendido que la diferenciación no solo pasa por la estética o la gastronomía, sino por ofrecer intervenciones personalizadas de bienestar con base científica. La inspiración en modelos de clínicas como Clinique La Prairie ya es una realidad en muchos establecimientos y por ello, en esa línea trabaja también Six Senses, cuyo equipo inicia cualquier programa con un escaneo de 40 parámetros fisiológicos del huésped.

¿Dónde queda Menorca en este mapa de bienestar emergente? Aunque aún lejos de estos niveles de tecnificación, la isla ha comenzado a posicionarse como destino de salud y equilibrio desde una perspectiva distinta, la del entorno natural, el silencio, la autenticidad.

Hoteles boutique, agroturismos y experiencias vinculadas al territorio ya están captando a un tipo de viajero que no busca rendimiento físico sino descanso emocional. El turismo eco-chic, del que ya he hablado en otras ocasiones, puede encontrar aquí un terreno fértil, pero aún incipiente.

El bienestar se está convirtiendo en una nueva forma de consumo, sofisticada, exigente y en ocasiones excluyente. Menorca tiene en su esencia una propuesta más pausada, más conectada al territorio y más accesible. Quizás ahí resida su ventaja competitiva. No en competir en máquinas, sino en ofrecer una salud que no necesite cables.