Antoni Alcover
Antoni Alcover

Economista y secretario general del CES

¿La crisis de la clase media?

TWL

Recientemente Antón Costas señalaba en un artículo que existe una epidemia de fatalismo en nuestra sociedad que se traduce en la creencia extendida que nuestros hijos se enfrentan a una peor vida que sus padres y que estamos asistiendo al fin del estado de bienestar debido al envejecimiento de la población y la caída de la natalidad.

Esta epidemia de fatalismo no es neutra, favorece la aparición de populismo, la búsqueda de políticas totalitarias que ofrecen respuestas fáciles y otorgan una aparente seguridad frente a un mundo incierto a cambio muchas veces de limitar o suprimir libertades cívicas y tambalear a las democracias frente a soluciones autoritarias. Para hacer frente a esta deriva es importante disponer de una clase media fuerte y sana que genere una mayor cohesión social, una mayor confianza en las instituciones y una mayor capacidad de crecimiento económico y de bienestar.

Precisamente para Costas esta visión negativa o fatalista de la sociedad se debe a que hay una sensación extendida de que la clase media está desapareciendo, de que los buenos empleos ya no existen y que nuestra sociedad es cada vez más desigual. Como señalaba recientemente un estudio de Caixaresearch, el Eurobarometro de la Comisión Europea muestra que el 81% de los europeos cree que las diferencias sociales son demasiado grandes y el 78% cree que se deberían tomar medidas para evitarlas. Pero en realidad, si profundizamos en los datos sobre la evolución de la clase media y de las desigualdades de renta o patrimonio los resultados obtenidos parecen indicar lo contrario.

La definición de clase media más extendida (OCDE) determina que la clase media es el conjunto de personas que tienen un nivel de ingresos entre el 75% y el 200% de la mediana de un país. En el 2022 la mediana española era de 16.814 euros anuales según la encuesta de condiciones de vida publicada por el INE. Cualquier persona que ingresara anualmente entre 13.737 y 36.632 euros era clase media. La evolución de esta variable nos indica que en el 2007 (antes de la crisis financiera) el 59,2% de las familias españolas formaban parte de la clase media, que entre 2014 y 2019 esta cifra se situó en el 59,7% y que en el 2022 subió hasta el 61,1%. En el 2007 el coeficiente de Gini de los ingresos era del 32,3% (0 indica distribución igualitaria, 100 máxima desigualdad), con la crisis aumentó y el índice alcanzó el 34,8% en el 2013, pero desde entonces ha ido bajando hasta situarse en el 31,6% en el 2022.

El índice de Gini de la riqueza se mantiene constante en la Eurozona y crece en España, pero por debajo de la media europea. ¿Por qué existe entonces una sensación de desigualdad? En realidad, todos los europeos y americanos vieron por igual reducida su capacidad de compra desde la crisis del 2008. En el 2013 la renta real española había disminuido un 15% respecto a 2007, no sólo la renta de la clase media sino la de la totalidad de la sociedad, y no se recuperó hasta 2022. Pero no todos sufrimos igual: jóvenes, mujeres, y nacidos entre 1981 y 1990 fueron los que sufrieron más, aunque aumentó la clase media y mejoró la distribución de los ingresos.

En realidad, los grandes ganadores del periodo 1990-2019 fueron los BRICs y los países en desarrollo frente a los países desarrollados. La globalización y el comercio internacional disminuyeron la desigualdad mundial en su favor como indica el índice de Gini. No es de extrañar que algunos países desarrollados quieran revertir el proceso para mejorar sus ingresos.