En este sentido, la experiencia de Mestral Inserció́ i Medi Ambient, empresa de Cáritas Diocesana de Menorca, detallada en su Memoria 2024, constituye un ejemplo paradigmático del impacto real y sostenible que pide paso para demostrar que es posible hacer viable este modelo económico. «Mestral no solo actúa como empresa de inserción laboral, sino que articula un sistema de acompañamiento integral que combina formación, ocupación, sostenibilidad y dignidad para personas en situación de vulnerabilidad», explica su gerente, Toni Salord.
DATOS 2024. Durante el año 2024, Mestral acompañó́ a 698 personas a través de programas de orientación, formación e intermediación laboral. De estas, 142 lograron acceder a un empleo, y 52 firmaron contratos de inserción en entornos protegidos y acompañados. Pero el verdadero valor de estos datos no está solo en los números, sino en lo que representan en cuanto oportunidades de vida, tal y como afirma Salord. Con una tasa de inserción real del 35% entre quienes finalizaron el proceso, Mestral supera ampliamente los estándares medios en programas de inserción laboral. «La mayoría de las personas participantes arrastran trayectorias marcadas por la exclusión, desde baja cualificación, a falta de experiencia, escasos recursos económicos, problemas de vivienda o escasa red social. Por eso, el acompañamiento que se brinda no es solo técnico, sino también humano», confirma su gerente.
A nivel económico, el proyecto de Mestral movilizó en 2024 más de 2,1 millones de euros, de los cuales un 65% provino de recursos propios. «Este dato, a menudo ignorado, rompe con el mito de que la economía social vive de subvenciones. Por el contrario, demuestra su viabilidad económica y su capacidad de generar valor añadido al territorio». En cuanto al impacto ambiental del proyecto, se gestionaron más de 1,7 millones de kilos de residuos que evitaron la emisión de 7.600 toneladas de CO2, equivalentes a más de un millón de árboles plantados. «Cada prenda reutilizada, cada kilo de RAEEs tratado, representa empleo verde, economía circular y futuro para el planeta,» afirma Toni Salord.
OPORTUNIDAD. A pesar de que Balears cerró 2024 con una tasa de desempleo del 10%, una de las más bajas del Estado, esta cifra oculta un fenómeno bien conocido respecto a la alta temporalidad, los contratos de días y la escasa estabilidad que caracteriza el mercado laboral, especialmente en el sector servicios. En este escenario, las empresas de inserción social están actuando como red de seguridad y trampolín de oportunidad para quienes quedan fuera del radar del sistema, tal y como detalla Toni Salord. «En el taller de reparación de bicicletas, en la gestión de residuos, en la restauración o en la agricultura ecológica, Mestral forma y acompaña a las personas no solo para el empleo, sino para la vida en comunidad. Porque en el fondo, lo que se trabaja allí no es solo productividad, sino también confianza, autoestima, capacidad de decisión y dignidad,» afirma.
A experiencia de Mestral demuestra la aplicabilidad del modelo de triple balance, que conjuga impacto económico, social y ambiental en cada acción. «Este enfoque, alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), no solo refuerza la legitimidad de las empresas sociales, sino que las posiciona como aliadas estratégicas para avanzar hacia territorios más justos, sostenibles y resilientes», explica el gerente. El caso de Mestral no debería ser visto como una excepción, sino como una guía replicable y adaptable en otros territorios. «Es hora de que las administraciones públicas, el sector privado y la ciudadanía miren hacia la economía social no como un complemento, sino como un eje vertebrador de un nuevo modelo económico», reivindica Toni Salord.
«Uno donde el crecimiento no se mida solo por el PIB, sino también por la justicia, la equidad y la sostenibilidad», añade. «Invertir en economía social no es un gasto, es una inversión con retorno. Un retorno que es social, ambiental y económico. Pero, sobre todo, un retorno humano», destaca.
El año pasado, Mestral Inserció i Medi Ambient realizó una inversión total de 2.142.167,55 euros, generando un retorno social valorado en 314.078,61 euros. «Esto significa que por cada euro invertido, se generan 0,15 euro de valor social directo. Este dato demuestra que apostar por una economía centrada en las personas y en el planeta es una decisión con un impacto tangible y transformador» subraya el gerente de la entidad.
«Detrás de cada número hay una historia de vida. Y eso, en un mundo saturado de datos, pero falto de empatía, es lo que realmente inicia procesos de sanación humana donde la persona es el centro del motor de cambio», constata. «Como dijo Emmanuel Mounier, el trabajo no es simplemente un medio de subsistencia, es un medio de realización personal y de inserción en la comunidad. Es por ello que la herencia más valiosa es siempre la huella humana y no el dato, apostar por una economía con alma no es solo posible, es urgente», concluye. El proyecto pionero iniciado en 1993 por Antoni Carreras, secretario general de Caritas sigue más vigente que nunca, treinta y dos años después.