Javier, de 35 años, sufrió una grave lesión medular en 2003 y desde entonces su vida está ligada a una silla de ruedas. | 20Anys

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«La silla y yo somos uno. Cosas y actitudes como ésta te consumen de rabia e impotencia. El comandante tenía el día cruzado y lo he pagado yo». Es la indignación que expresaba este miércoles Javier Linero, un joven vecino de Montecristo que fue desembarcado junto a sus padres por el responsable del vuelo VY3515 de la compañía Vueling, que hacía la conexión Eivissa-Barcelona.

Javier, de 35 años, sufrió una grave lesión medular en 2003 y desde entonces su vida está ligada a una silla de ruedas. Este miércoles tenía previsto viajar a Barcelona para acudir a una revisión médica. Él y su silla de ruedas, sus padres, Carmen y Rafael, y su perrito Pitufo llegaron al aeropuerto de es Codolar más de dos horas antes del horario previsto para el despegue, las 10.55 horas.

Javier explicó que, como en otras ocasiones, se trasladó hasta la escalerilla del avión en su silla eléctrica. Allí, el personal lo pasó a otra silla y lo subió hasta su asiento en el avión.

Pasados unos minutos empezaron los problemas. El responsable del vuelo les comunicó que el personal no sabía desconectar la batería. Él le indicó que otras veces habían abierto el mecanismo y desengachado los bornes. La respuesta del comandante fue que «no podía perder más tiempo» y le advirtió que tenía que decidir entre viajar sin la silla o bajar del aparato.

«Soy parapléjico. Se llenan la boca de 'sin barreras' pero a la hora de la verdad te topas con estas injusticias», indicó Javi, quien añadió que «no le deseo el mal a nadie pero este señor ?el comandante? debería estar 10 minutos de su vida como yo para saber la impotencia que se siente cuando ocurren cosas como estas», subrayó Javier.

El joven y sus padres desembarcaron del avión y se dirigieron a la oficina de la compañía Vueling para poner una reclamación por daños y perjuicios.

«El comandante se ha comportado con desprecio», señaló Javier, quien añadió que la silla es «mi compañera del alma».

Cadena de problemas

El joven explicó que viajaba a Barcelona a primera hora porque tenía que acudir a una cita médica en Manresa. «Venir hasta el aeropuerto en un taxi especial me cuesta unos 30 euros pero es que en Barcelona ya había otro taxi esperándome que me costará otros 100 euros para trasladarme a Manresa. Lo peor es llegar tarde a la cita que tenía para una revisión», argumentó Linero.

Desde la compañía le ofrecieron la posibilidad de viajar en una conexión que había prevista para Barcelona a las 19 horas. Javier y sus padres sí que pudieron tomar ese vuelo pero habían perdido nueve horas colgados en las instalaciones de es Codolar.

Javier explicó que el comandante argumentó que no podía demorar más tiempo el despegue cuando ya había pasado media hora. Después, el avión estuvo otros treinta minutos sin despegar porque tuvieron que localizar su equipaje.

Desde la compañía Vueling señalaron que el comandante debe mirar por la seguridad de todo el pasaje y que, según la normativa universal, no está permitido embarcar sillas con baterías de litio conectadas.

«Desde hace años viajo a Barcelona con Vueling y nunca me había pasado esto. Yo les dije dónde estaban las baterías y que desconectasen los bornes», señaló Javier visiblemente afectado por la situación que habían vivido él y sus padres.

«Yo no voy a Barcelona por capricho, voy por necesidad y he perdido un día», argumentó el afectado mientras esperaba noticias de su equipaje, que finalmente fue recuperado por unos operarios.

La familia permaneció unas nueve horas en el aeropuerto hasta que consiguieron embarcar en otro vuelo. Esta vez, los operarios sí que consiguieron desconectar la batería.