El mercado de las viviendas de lujo y de superlujo es una de las grandes fuentes de ingresos del Govern: el año pasado obtuvo 118 millones de euros gracias a la compra de casas que tenían un valor de más de un millón de euros.

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El negocio del lujo es también un negocio para el Govern. El año pasado ingresó 20,2 millones en impuestos derivados de la venta de tan solo 33 casas de superlujo. Diez de ellas tenían un valor superior a los seis millones de euros y las otras 23 se vendieron a un precio que oscilaba entre los cuatro y los seis millones, según figura en la respuesta parlamentaria remitida por la consellera d'Hisenda, Catalina Cladera, al diputado de MÉS Antoni Reus.

Si a esa cantidad se añade lo ingresado por la compra de otras 152 viviendas de más de dos millones de euros, la conclusión es muy llamativa: los 185 ciudadanos que el año pasado compraron casas que costaban más de dos millones de euros pagaron más impuestos que toda la recaudación de la ecotasa prevista para este año: 61,8 millones de euros.

El lujo y la activación del mercado inmobiliario tuvieron consecuencias muy positivas en las arcas de la Comunitat, según los datos aportados por la consellera. El total de operaciones inmobiliarias de compraventa de casas superiores al millón de euros supusieron unos ingresos globales de 118 millones en impuesto de transmisiones patrimoniales.

Todo el que compra una casa de segunda mano tiene la obligación de pagar este impuesto que va subiendo en función del valor del inmueble. El tipo medio que pagan los compradores de pisos estándar, los que valen menos de 400.000 euros, es del 8 por ciento, y esta cantidad va subiendo conforme lo hace el precio del inmueble, hasta llegar al 10,76 por ciento del valor de los inmuebles de súperlujo.