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El juez José Castro afronta este martes su última jornada laboral en el Juzgado de Instrucción Número 3 de Palma después de cuarenta años de ejercicio profesional. A las nueve y media, llegaba como cada día en su moto a la Vía Alemania y atendía a los numerosos medios de comunicación que se han desplazado para cubrir sus últimos juicios rápidos programados-

Visiblemente emocionado, Castro reconocía que le iba a costar mucho despedirse de sus compañeros al concluir este último día de trabajo: «Me había preparado bien para este día. Creía que me había preparado anímicamente para esto, pero veo que no».

Preguntado por su seguiría trabajando ha contestado con un rotundo sí: «La verdad es que no me siento agotado. Si tuviera que subirme en un andamio ya les digo que no, pero para estar tras una mesa y utilizando el ordenador, sí, creo que todavía puedo hacerlo».

Castro ha descartado vincularse de algún modo a la política: «Ya lo dije en su momento, no lo contemplo. No sería leal ahora chaquetear». Reconoce que, después de tantos años e infinidad de casos, «no me quedo con un caso concreto. Espero que no pase a la historia como el juez que imputó a una persona determinada, pero eso no dependerá de mí. He pasado treinta y tantos años sin imputar a esta señora y sólo los últimos tres o cuatro años ha sido cuando ocurrido esto. Espero no pasar sólo por esto, pero dependerá de ustedes. Lo más lógico es que yo pase al olvido».

Ante esta nueva etapa, José Castro ha explicado que afronta con cierta incertidumbre su día a día: «Me va a sobrar mucho tiempo y la verdad es que no sé qué voy a hacer. Sigo dando clase en una universidad privada...».

Sobre el Caso Nóos, ha reiterado que «respeta el trabajo que se ha hecho, la sentencia hay que respetarla y acatarla y esperar a lo que diga el Supremo».

En último lugar, Castro ha agradecido el trabajo de la prensa: «Estoy muy agradecido», y ha bromeado: «Ya no tendré que meter la barriga cuando llegue...».