El Servei de Salut ha formado este verano a 215 profesionales, entre técnicos de emergencias y operadores del 061, en contención de agresiones físicas y verbales.

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Sólo en el año 2018 se registraron 694 agresiones, físicas y verbales a personal sanitario de Balears, más del doble de las contabilizadas el año anterior (339) o casi duplicando las de 2016, cuando se contaron 375.

Ante un registro de agresiones que en 2019 también va en aumento –sólo la semana pasada se registraron cinco denuncias por violencia contra sanitarios– IB-Salut ha formado ya a 215 técnicos de emergencias y personal del 061 para que sean capaces de contener actitudes violentas.

«Es un problema de varios factores. Por un lado se denuncian más que antes y el personal está más concienciado», explica el director médico del 061, Txema Álvarez. «Por otro hay que tener en cuenta el entorno, ya que es una comunidad con mucho ocio y la mayoría de los pacientes agresivos suelen venir en el contexto de consumo de alcohol y sustancias», añade.

Mientras que los ataques verbales son más comunes en Atención Primaria, los físicos son más frecuentes en los servicios de Psiquiatría y Emergencia. En estos casos, el perfil más habitual es el de «hombre de nacionalidad extranjera, de unos 20 años, en el primer día que se presenta en la isla. Cuando acaban de aterrizar tienen acceso a sustancias que producen una conducta desinhibida. A pesar de que es gente que viene en grupo suelen ser actos violentos individuales», explica Txema Álvarez.

Hace ocho años que desde el Servei de Salut se forma a los profesionales sanitarios para controlar a un paciente agresivo.

En primer lugar se recomiendan estrategias de abordaje verbal para disuadir al paciente. «La clave es negociar o pactar un tratamiento para el problema que produce la agitación», explica el director médico del 061. «Es más complicado si hay drogas de por medio, sobre todo si son con alucinógenos que precipitan la agresión y tenemos que pasar a la contención farmacológica o mecánica».

En muchas ocasiones se encuentran con pacientes que combinan drogas «y al final el síndrome que sale de la mezcla es muy difícil de tratar» .

La policía suele participar en la formación donde enseñan técnicas y tácticas de actuación y prevención. «La inmensa mayoría de los pacientes al final canaliza la ira. El problema es cuando no te lo esperas», asegura Álvarez. «Sabemos que trabajamos en este ambiente y estamos más expuestos», dice. Sin embargo frente a una agresión también hay consecuencias psicológicas para el agredido. «El estrés postraumático puede quedarse durante mucho tiempo».

Cuando se produce una ataque al personal del IB-Salut se activa un protocolo que prevé asistencia sanitaria, soporte psicológico y atención jurídica. Precisamente los profesionales piden leyes y penas «más contundentes».