Imagen de la sede del grupo turístico Globalia en el polígono de Son Noguera, en Llucmajor.

TW
0

Uno de los motivos por el que la adquisición de Air Europa por parte de un grupo internacional tiene especial impacto en Baleares es porque la aerolínea tiene su sede social en las Islas. Al margen de las consecuencias que la operación pueda tener para la conectividad de los residentes de Baleares, existen más dudas. En primer lugar, y no menos importantes, las laborales.

La aerolínea del grupo Globalia cuenta con más de 3.800 trabajadores en todo el mundo, de los que más de 950 están en Baleares. Están distribuidos entre la sede ubicada en el polígono de Llucmajor y los tres aeropuertos de las Islas e incluyen a los pilotos y TCP con base en Palma.

Por el momento, el anuncio de este lunes no les afecta. Hasta que la adquisición sea efectiva, la operatividad de Air Europa no se verá alterada. En cualquier caso, no hay que descartar la posibilidad de que en un futuro IAG decida trasladar la sede de Air Europa a otro lugar o cambie la actual estructura.

Esto tendría consecuencias no solo para los trabajadores que pudieran verse afectados sino para el conjunto de la economía de Baleares. En este sentido, hay que tener en cuenta que la aerolínea mantiene relaciones comerciales con proveedores locales de ámbitos diversos que podrían perder parte de su negocio con el cambio de propiedad de Air Europa.

Noticias relacionadas

Calma tensa

En las oficinas de Globalia, en el polígono de Son Noguera en Llucmajor, se vivía este lunes por la mañana una especie de calma tensa. Los trabajadores que salían de las instalaciones lo hacían en coche, y sin querer pararse a hablar con la prensa. Los pocos que lo hacían a pie esquivaban a los periodistas y aseguraban que «no estaban autorizados a decir nada». En la puerta, algunos empleados fumaban sin hablar entre ellos, mirando sus teléfonos móviles. Al percatarse de la presencia de medios, desde la seguridad del edificio prohibieron a las cámaras hacer fotos o vídeos de la sede.

Una de las personas que trabaja en este edificio, que prefirió no identificarse, confirmó a este diario que los trabajadores no eran conocedores de la transacción hasta el lunes y que se habían enterado por la prensa. También reconoció que el ambiente que reinaba en las oficinas era de total normalidad, «como cualquier otro día».

Desde un local de restauración cercano, un camarero explicó que algunos trabajadores de Air Europa acuden a desayunar y que durante la mañana no había habido ningún comentario de intranquilidad por su parte. Ayer todo era de lo más normal.