Ultima Hora presencia la vida en un centro de menores: los chicos se confiesan ajenos al debate de «casos aislados» de explotación sexual.

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Van llegando a casa a las ocho y media de la tarde. «¡Solo nos hemos pasado cinco minutos!», se excusan mientras llaman a la puerta otros dos chavales. Es la hora de cenar en una residencia de menores tutelados por el IMAS. Uno de sus proyectos educativos consiste en invitar a alguien a cenar para hacer un intercambio de opiniones y esta semana se ha hablado de periodismo. Ahora son ellos quienes quieren explicar qué hacen a diario y si se sienten o no protagonistas de la información que a menudo sale en los medios.

Son ocho adolescentes, todos chicos, no siempre se juntan a la hora de cenar. Uno de ellos ha llegado algo más tarde. «Ya he comido», avisa antes de retirarse.

Van cogiendo los platos y se sirven una hamburguesa antes de sentarse a la mesa. A mediodía tienen una cocinera pero por la noche ponen en práctica el proyecto compra-cuina y uno de ellos debe ayudar. Esta vez le toca a Wendy, una estudiante de Trabajo Social que realiza prácticas en el centro.

Uno a uno, se presentan. La mayoría de ellos trabajan, ya sea haciendo unas prácticas, con motivo de un curso o en una Formación Profesional. Tienen un horario y una responsabilidad. «Yo madrugo cada día y me voy hasta Sóller en bús, estoy en la hostelería», empieza L. «Yo hago un curso de formación en una peluquería, llevo un mes y medio pero me encanta, además se gana bien», añade D. Al fondo I. comenta que hace un FP de mecánica pero lo que le encanta es ser Youtuber, se ha especializado en el Fortnite y ya tiene 300 seguidores. A su lado V. explica que ha empezado un FP de peón de obra, una nueva formación para tener a personal cualificado en el sector de la construcción.

Todos confiesan que no acostumbran ni a leer periódicos ni a ver informativos en la televisión pero tampoco son ajenos a la actualidad. «Yo me enteré de la violación múltiple de Corea por Instagram», confiesa I. La red social de las fotografías es la que cuenta con más aceptación, de hecho algunos ni siquiera tienen cuenta en Twitter. «Eso es de viejos», dicen.

Y por lo que van leyendo aquí y de allí y los comentarios con otros menores saben que hay algunas chicas de otros centros que han sido captadas y víctimas para la explotación sexual. «¿Captadas?», se pregunta uno de ellos. «Yo no haría algo que no quisiera», observa. Y el debate se centra en la voluntad o la responsabilidad que las menores tienen de sus actos, de decidir si quieren recibir una prebenda a cambio de sexo. La educadora del centro, Marcela Ruda, les hace ver que las chicas son víctimas y recuerda que en muchos casos no saben ni que son captadas. «Te dicen que hagas cosas a cambio de un móvil pero tú puedes decir que no», insiste L. «A veces las obligan», le rebate D. Aún así se confiesan ajenos a todo el debate social entorno a los centros tutelados. Son casos aislados.