Dos jóvenes en Palma. | ARCHIVO

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El confinamiento conllevó un acusado cambio de hábitos cuyas repercusiones se siguen viendo a día de hoy en los ámbitos más diversos. Uno de ellos fue el sedentarismo. El hecho de que durante un tiempo prolongado la sociedad hiciera menos deporte y consumiera más alimentos ha repercutido en que los niños y niñas adelantaran, de forma todavía más acelerada, su paso a la pubertad.

Entre los pediatras endocrinólogos ya es sabido que el adelanto es secular, es decir, si desde la mitad del siglo XIX a la mitad del siglo XX la pubertad llegaba de media a los 17 años, durante el siglo posterior se ha pasado a los 14. «Esto está descrito, no es nuevo, lo vemos en las consultas», explica la doctora Maria Caimari, pediatra endocrinóloga infantil en Son Espases. «En niños se ve antes de los 10 años y en niñas antes de los 9», según los actuales criterios. Pero si bien hace dos años eran casos más puntuales, ahora empieza a ser mucho más habitual.

«La pandemia ha juntado las dos cosas porque han tenido menos actividad física y ha habido un incremento de la nutrición. Aumenta el sedentarismo y vemos más sobrepeso y, como consecuencia, hay más pacientes, sobre todo de género femenino, que hacen antes el cambio», añade la experta. Empiezan con un aumento de pecho y, habitualmente, al año y medio, se inician los ciclos menstruales que, como consecuencia, también se están avanzando.

¿Por qué sucede? «El cambio hormonal viene determinado en un 70 o 75 % por factores genéticos y el resto por causas ambientales, ya sea raza, etnia, situación geográfica… y nutrición». Según relata la doctora Caimari, en los años previos a la pandemia ya se veía cómo afectaba esta última variante nutricional porque «es habitual en época de bonanza».

Margalida Caimari, pediatra endocrinóloga infantil en Son Espases.

La posibilidad de parar este avance es remota «a no ser que entrásemos en una recesión brutal», asegura la experta y pone el ejemplo del siglo pasado, «sucedió con una sociedad más pobre, que pasó hambre, con un periodo de entreguerras», explica, porque es precisamente la falta de una buena nutrición lo que frena la evolución infantil.

María Caimari tranquiliza a los padres porque ahora la información está al alcance de todos y hay un mayor conocimiento sexual. Hablar con los niños es la mejor herramienta para enfrentarse a esta situación que, al darse más a menudo, no les aísla dentro de las aulas. Sin embargo sí se produce una gran brecha entre el desarrollo fisiológico y el madurativo por lo que es necesario «estar más encima» para tener en cuenta problemas adicionales en una sociedad donde los cambios son rápidos».

El apunte

La contaminación, otra clave a valorar

La Asociación Española de Pediatría (AEP) constituyó en su día un nuevo Comité de Salud Medioambiental para afrontar el hecho de que el progreso y la industrialización han traído consigo un cambio de paradigma en el ámbito de la salud. Se cree que hay disruptores endocrinos, relacionados con el entorno contaminado, que pueden afectar de forma nociva al desarrollo.