El alto precio de las viviendas contrasta con las bajas pensiones de la Isla. | Pilar Pellicer

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En Balears se da la tormenta perfecta. Mientras los precios inmobiliarios se disparan a niveles históricos, las pensiones de las Islas son de las más bajas de España por los empleos en el sector turístico. Al trabajar solo durante los meses de temporada turística, eso repercute en las cotizaciones de los jubilados insulares.

¿El resultado? Las pensiones son muy bajas y resulta difícil llegar a final de mes en unas islas cada vez más caras. La solución a la que se empiezan a agarrar muchos jubilados es la hipoteca inversa: una forma de complementar la exigua jubilación consiguiendo hasta el 45 por ciento del valor de la vivienda sin perder la propiedad.

Así ocurre en el caso de los clientes que acuden a empresas como Optima Mayores. «En 2022 hemos asesorado a 600 familias, formalizando 12,5 millones de préstamos a personas mayores de 65 años», cuenta Pedro Martínez, delegado de la compañía en Balears. La hipoteca inversa es un préstamo con garantía hipotecaria que permite al jubilado obtener una cantidad de dinero, ya sea de una sola vez o en pagos mensuales de por vida. El propietario no tiene que devolver el importe, sino que serán los herederos los que deberán decidir: quedarse con la vivienda cancelando el préstamo o renunciando a ella.

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«Concedemos la hipoteca inversa a personas que tienen más de 65 años, una vivienda en propiedad y están empadronadas en ella. Seguirá siendo suya y nosotros ofrecemos liquidez. Realizamos estudios gratuitos», cuenta Pedro Martínez, que advierte de que «no somos una entidad financiera». El objetivo es que «la gente pueda vivir mejor en sus años menos activos y así pueden contratar una residencia o ayuda en casa si lo necesitan».

Martínez pone un ejemplo gráfico: «Con una vivienda valorada en 300.000 euros para una persona de 80 años, se le concede un crédito de 100.000 euros de golpe o con una renta vitalicia. Los herederos reciben la casa con la deuda más los intereses generados. O bien renuncian a la propiedad, vendiéndola para cancelar el préstamo». Desde Óptima Mayores aseguran que «en el 90 por ciento de las situaciones, los herederos acaban poniendo la casa en venta».

Francisco Muñoz y Francisca Umbert son dos jubilados que han formalizado una hipoteca inversa. «No me voy a quedar sin casa», dice Muñoz con tranquilidad. Explica que «soy un músico jubilado y he trabajado en el sector turístico. Con la pandemia tuve que prejubilarme y me quedaron 721 euros de pensión porque coticé muy poco, nos pagaban en negro».

Arreglos

Vive en Santa Catalina (Mallorca) y ha tenido que pasar la ITE, lo que le supone «pagar 130 euros cada mes durante cinco años. Con este dinero puedo afrontar los arreglos». Por su vivienda, tasada en 335.000 euros, le han ofrecido un préstamo de 92.000. «Ahora podré hacer reparaciones en casa», dice, y reconoce que se siente más aliviado.

En el caso de Francisca Umbert, a sus 72 años cuenta con una paga de 1.365 euros. «Vivo en un piso en la segunda línea de es Molinar en Palma. Recibí un importe de 102.000 euros de golpe y nada más salir de la sede de Óptima Mayores me compré un vestido». Ella también tenía que afrontar los arreglos de su edificio, lo que le supone una cuota de 400 euros al mes por la derrama, así que optó por la hipoteca inversa. «No tengo hijos y quería tener una tranquilidad para los años que me quedan. En su momento compré el piso y ahora quiero disfrutar de lo que pagué», dice.