Mar Cerezález y Fabiola Moro. | Pilar Pellicer

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Mujeres con movilidad reducida han impulsado un protocolo aprobado ya por el IB-Salut para mejorar su acceso al servicio de Ginecología. Mar Cerezález y Fabiola Moro deciden contar su experiencia para propiciar su difusión de entre sanitarios y también pacientes y dejar de lado, de una vez, todas «las desventajas».

«Yo no puedo subir a una camilla porque no tengo fuerza», explica Cerezález, así que «te tienen que coger entre tres». Fabiola Moro tuvo una hija, ya con la lesión, «y es un caos cada vez que nos tienen que hacer una prueba porque las infraestructuras no son accesibles», relata. En su centro de salud la camilla era demasiado alta y «me tenía que ayudar la matrona, la enfermera de curas o el médico que pasaba por allí».

Ahora, por protocolo, los médicos de Familia deben derivar a las mujeres con movilidad reducida que requieran de una revisión o hacerse pruebas ginecológicas al servicio de un centro sanitario de referencia que disponga de celadores, una camilla accesible y servicio de grúa sin pasar por la lista de espera hospitalaria, únicamente la demora de su centro de salud. La paciente lo solicita y se activa el mecanismo.

Ambos testimonios son presidenta y vicepresidenta de Aspaym, la Asociación de lesión medular y otras discapacidades físicas de Baleares pero su reclamación, convertida ya en protocolo, no es únicamente para este tipo de pacientes «también para la tercera edad, ¿cuántas mujeres han dejado de ir al ginecólogo por pudor?», advierten.

Y es que «por ir en silla de ruedas muchas veces te ven como si fueras un problema», denuncian. «Estamos muy acostumbradas a vivir a el nivel de supervivencia y no con calidad», añade Cerezález.

Más allá del documento escrito, les piden una mayor sensibilidad a los profesionales sanitarios. «A mí el ginecólogo nunca me ha preguntado por mi última relación sexual», explica Cerezález a modo de muestra, teniendo en cuenta que es una de las primeras preguntas que realiza un ginecólogo en su consulta. «Se da por supuesto que no tienes vida sexual, ni hijos. Te hablan con paternalismo, a veces pasotismo. Cuando se trata de una revisión te hacen lo mínimo y nosotras ya tenemos nuestras propias dificultades como para que te encuentres con más», lamenta.

Más allá de una merecida atención, estas pacientes también piden tacto. Poco se habla, dicen, de que la gente dé por supuesto que una persona con movilidad reducida no tenga nada que hacer en todo el día. Si bien estas dos mujeres están en la dirección de Aspaym, además de ser periodistas, Fabiola Moro se hace cargo de su hija de 12 años y Mar Cerezález estudia tercero de Medicina.

Su cruzada es dar visibilidad a este derecho adquirido pero se vienen más peticiones para recibir una atención sanitaria de calidad. «En el País Vasco hay mamógrafos adaptados», explican. Y «un día hablaremos de las radiografías o de una simple revisión ocular», avanzan.