Reportaje

Brazos solidarios que acortan la estancia en la incubadora

Diez voluntarios ayudan a los padres de bebés prematuros de Son Espases a prolongar el método piel con piel

Este método tiene evidencia científica sobre los múltiples beneficios que comporta en la salud de los bebés | Foto: Pere Bota

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Manuela Ruiz es voluntaria del programa piel con piel, una iniciativa que se puso en marcha en la Unidad de Neonatología de Son Espases en septiembre de 2024 para asegurar que a ningún niño prematuro le falten unos brazos para sostenerlos.

Desde su inicio, esta voluntaria, ya jubilada, está disponible para acudir al hospital y tener en brazos a los bebés durante horas mientras sus padres o familiares no pueden hacerlo. Son bebés que pasan meses en incubadoras, la estancia se prolonga bastante y sus progenitores tienen que cumplir con sus responsabilidades laborales y familiares, los que tienen más hijos, por lo que no pueden dedicar todas las horas del día a sus bebés.

El método piel con piel tiene evidencia científica «está comprobado que el contacto en niños prematuros acorta las estancias hospitalarias, tienen un mejor pronóstico y un mejor neurodesarrollo después del alta, evitan episodios de sepsis, hemorragias cerebrales y otras complicaciones, es beneficioso para su sistema nervioso y sus sistema cardiovascular y ayuda a que evolucionen mejor», explica Susanne Vetter-Laracy, médico pediatra especialista en Neonatogía.

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Vetter-Laracy explica que este método se estudió en Bolivia en los años 80, «había una falta de recursos, no tenían incubadoras y pusieron simplemente a los niños muy prematuros piel con piel con sus padres. Se comprobó que tenía muchos más efectos beneficiosos este contacto que solamente calentar la temperatura del entorno», aclara.

En Baleares el programa piel con piel se impulsa desde hace 25 años. Ante la evidencia de los resultados beneficiosos que tiene este método, desde Son Espases «fomentamos que los padres pasen la máxima cantidad de horas que puedan manteniendo el contacto con los bebés. También pueden venir hermanos, una tía o un mejor amigo, no necesariamente tienen que ser los padres», expresa.

Sin embargo, la pediatra reconoce que hay familias que o no tienen una red de apoyo en la Isla, o tienen otros hijos en casa que atender, o tienen otros problemas sociales que les impiden pasar todo el tiempo que requieren los recién nacidos.

«Las estancias de los niños son largas y el personal sanitario no dispone del tiempo para estar horas con los niños piel con piel. Y así es como surge este proyecto con voluntarios», añade Susanne Vetter-Laracy.

La iniciativa parte de la asociación APREM, que apoya a familias de bebés prematuros y que hace tres años fundó este programa que ya han incorporado once hospitales en España.

El programa cuenta en Son Espases con diez voluntarios, en su mayoría profesionales sanitarios ya jubilados o familiares de personal sanitario que conocen a la perfección el ámbito hospitalario.

Altruismo sin género

En la actualidad, son ocho mujeres voluntarias y dos hombres que reconocen los beneficios que supone esta acción solidaria con los bebés pero que destacan también las satisfacciones personales que se llevan con esta labor altruista.

«Es una experiencia muy bonita y muy gratificante. Me llena mucho poder dedicarles este tiempo y este cariño y saber que estoy aportando algo que les va a beneficiar», confiesa Manuela.

La voluntaria reconoce que se crean vínculos con el bebé y también con sus padres que, «aunque inicialmente no te conocen, luego valoran mucho nuestro trabajo sabiendo los beneficios que suponen para sus bebés. En mi caso, los papás a los que he cubierto en sus ausencias se han mostrado muy contentos y agradecidos», explica.

A este respecto, la doctora Vetter-Laracy reconoce que también ha habido padres que han rechazado el programa por cuestiones culturales o religiosas «que no consienten que un desconocido coja a sus niños. Y ante esto no podemos hacer hada, porque es necesario que los padres nos den su permiso y firmen un consentimiento para entrar en el programa», aclara.

Al parecer, estos son los casos más excepcionales porque en su mayoría, los padres, sabedores de los beneficios del método piel con piel, aceptan el apoyo de estos voluntarios.

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«Nos comprometemos a hacer unos horarios y por ello nos solemos coordinar entre dos o tres personas para cada bebé. Tienen que ser un mínimo de dos horas y el máximo, todas las que puedas», relata Manuela Ruiz.

Aclara que hay que cumplir con estos tiempos mínimos por lo que conlleva sacar al niño de la incubadora y con el fin de no manipular al niño demasiado.

Aunque parece un largo tiempo sosteniendo al bebé en brazos, la voluntaria dice que se pasa volando «Es un tiempo que a mi parecer se lleva muy bien, estás cómoda y es tan gratificante que te sientes muy bien», confiesa

Nacer antes de tiempo

La Unidad de Neonatología de Son Espases atiende a más de doscientos bebés prematuros cada año. Bebés que vienen al mundo con menos de 36 semanas de gestación, e incluso por debajo de las 28 en los casos más severos.

En el área de cuidados intermedios, en la que trabajan los voluntarios, se acogen unos 60 bebés cada año que nacen antes de las 32 semanas de gestación y por debajo del kilo y medio de peso.

Más de cien profesionales sanitarios trabajan en esta unidad. Médicos, enfermeras, auxiliares de enfermería, psicólogos, y este grupo de voluntarios que colabora en la asistencia a los pequeños pacientes del hospital de referencia de Baleares, dónde se derivan los casos más complicados de toda la Comunitat.

Con menos de 24 semanas, el nivel de supervivencia se sitúa en torno a un 50% aproximadamente. A partir de las 28 semanas, se eleva hasta el 90%. Unas cifras impensables hace décadas que son reflejo de los grandes avances médicos y tecnológicos de estas unidades especializadas.

Además de los avances médicos que permiten que la supervivencia de estos recién nacidos haya aumentado considerablemente en las últimas décadas, son unidades en las que cada vez se humanizan más los cuidados. Y además de este programa de voluntariado, la unidad cuenta también con un servicio de psicología enfocado a las madres que tienen que gestionar el impacto emocional que supone un nacimiento que no se corresponde en absoluto con el parto esperado.

Aceptar los riesgos, vivir durante semanas, incluso meses, entre el hospital y su casa, a la que regresan día tras día sin el hijo recién nacido. Acostumbrarse a la distancia de una incubadora y a ver al bebé conectado a tubos y máquinas es abrumador.

Por ello, desde 2019, unas 300 mamás han recibido asistencia psicológica durante el tiempo de ingreso del bebé y también cuando son dados de alta.

Porque el estado emocional de la madre, desde el embarazo y hasta después del parto, es fundamental en el desarrollo de los bebés. Numerosos estudios confirman que los vínculos afectivos mejoran notablemente su salud física y emocional y los factores socio-familiares influyen directamente en la morbilidad de los prematuros.