Cioarciari. Bota el balón ante Mcintyre en el partido jugado el domingo frente al Unicaja - Photodeporte

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Al Menorca Bàsquet no le entra la quinta marcha, esa prolongación necesaria para resolver un encuentro que ha sabido madurar convenientemente justo hasta que llega el momento determinante del partido. Le sobreviene entonces el atasco y acaba hincando la rodilla y malgastando todo su esfuerzo anterior.

Así le ha sucedido ya en muchos de los encuentros en los que ha acabado irremisiblemente abrazado a la derrota hasta conducirle a la situación en la que se encuentra -penúltimo clasificado-, a dos victorias de la zona de permanencia.

El último ejemplo lo hallamos en Málaga donde el equipo rayó a un nivel excelente durante casi tres cuartos de partido. A partir de ahí, el Unicaja endureció su trabajo atrás, encontró el acierto en el perímetro -algunos triples estuvieron mal defendidos- y el triunfo se quedó en el majestuoso pabellón Martín Carpena.

No fue nada novedoso porque se repitió la misma historia de otros muchos compromisos como el de Valencia, Madrid, Sevilla, Badalona... que tuvieron el mismo final, decepcionante para el grupo de Paco Olmos en función del trabajo general realizado por el equipo. Y cuando esto sucede con tanta reiteración el motivo principal, más allá de situaciones puntuales como decisiones arbitrales que perjudican, responde a la capacidad del equipo, que en este caso es limitada por razones obvias.

La clasificación de un campeonato de regularidad no engaña y el Menorca es penúltimo después de 22 partidos. Pero no es menos cierto que si el plantel es capaz de mostrar una imagen competitiva durante tres cuartas partes del partido también resulta apropiado afirmar que no está tan lejos de poder dar un salto más, colocar la quinta marcha, y pelear el triunfo hasta el último instante con el propósito de ganarlo.

Ahora quizás, esté en una mejor disposición para hacerlo desde la llegada de Melvin Sanders que concede otra rotación de calidad a la plantilla máxime después que el técnico esté dejando de contar por completo con Servera y Diego Sánchez. Olmos intentó en Málaga regular a Ciorciari dejándole, sorprendentemente en el banco de salida para que llegara fresco al tramo final pero no bastó.

El Menorca necesita mantener su intensidad defensiva hasta el último minuto tanto como ceñirse al guión en ataque. En la última cita el equipo jugó con paciencia ante la canasta rival, justo hasta que el Unicaja dio el primer tirón. A partir de entonces desaparecieron los esquemas, se seleccionaron mal los tiros para desesperación del entrenador y el cuadro malagueño rompió el partido en un abrir y cerrar de ojos.

Ahí tiene capacidad de progresión todavía el equipo por muy desanimados que estuvieran tanto el técnico como los jugadores al final del encuentro en la capital de la Costa del Sol y en el viaje de retorno a la Isla.

A falta de doce partidos para que concluya el campeonato, la derrota del Manresa en San Sebastián y, en menor medida, la del Alicante frente al Estu mantiene las opciones del Menorca si logra regularizar su rendimiento hasta el final de los partidos.