El Asador de la Esquina del Bernabéu acogió la posterior celebración del título, con un marcado acento familiar. El base mahonés estuvo acompañado de su pareja y sus progenitores

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Sergio devuelve la llamada. Responde a la cita acordada por iniciativa propia. En el vaivén de intentos por establecer la conexión, finalmente él será el emisor y, quien suscribe, el receptor. Sabe, de sobras, que hoy toca.

Es lunes. El día después de 'La Novena'. A las 13:45, la comitiva blanca ha concluido el periplo de celebraciones y recepciones institucionales. Pero el aficionado, vía medios de comunicación, aguarda aún nuevas frases, impresiones, matices a una jornada de leyenda.

El Real Madrid alzaba el domingo el trofeo de la Euroliga tras superar al Olympiacos (78-59) y enterrar una necesidad histórica. Frente al mismo rival que dos décadas atrás cayó ante el imponente Arvydas Sabonis. «Nos hemos quitado un peso de encima», reconoce Sergio Llull, «estábamos ante una oportunidad única al jugar en casa, que hemos sabido aprovechar. La sensación ahora mismo es de felicidad absoluta y satisfacción por el trabajo bien hecho».

A la tercera fue la vencida. Por perseverancia, ¿el título más justo? «sí, sin duda. Por la labor realizada, como por el estilo de juego que hemos desarrollado. En un marco incomparable y ante una afición que se ha volcado y nos ha dado el empujón neceasrio para lograr el objetivo».

El base menorquín recuperó el protagonismo extraviado en la edición anterior en Milán. Su estatus en la plantilla lo reclamaba. 12 puntos y 4 asistencias que sumar a un triunfo coral, que apenas dio margen de acción al rival del Pireo. «El planteamiento fue claro. Teníamos que ser muy regulares los 40 minutos. Prohibido relajarse ante un equipo que no da un partido por perdido», recuerda Llull.

Y apenas tuvo opción al triunfo el grupo de Georgios Bartzokas. Evocó al pasado reciente; Londres, con un parcial de 0-12. Dudas que apenas fueron tales. Jaycee Carroll las disipó con once puntos seguidos «y entramos en el último cuarto con un margen bueno». Y mientras, Vassilis Spanoulis absolutamente desconectado de la cita. «Era tan importante pararlo, como difícil conseguirlo», evoca el 'Aeroplano de Mahón', «la labor de desgaste y responsabilidad defensiva debía pasar por varios jugadores, los pívots realizaron una gran labor en las ayudas y él en ningún momento estuvo cómodo».

Acaparador de títulos en el Real Madrid y con la selección, la Euroliga «es el más especial. El primero. El más importante a nivel de clubes. Un gran premio al esfuerzo de los últimos años».


Felicitaciones

Habitual en las redes socialse, el menorquín recuerda «muchísimas felicitaciones. Imposible contarlas. La gente se ha volcado, se siente orgullosa y me alegra recibir este tipo de mensajes".

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