David, Rafel y Tomàs Jofresa, integrantes de una dinastía iniciada por Josep Maria en la década de los sesenta y que comparten en Ferreries su visión formativa de la canasta | Josep Bagur Gomila

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El campus 100% Bàsquet del CB Ferreries ha clausurado la primera semana de actividad bajo el inequívoco aroma del baloncesto de antaño, el del primer 'boom' del deporte de la canasta español con la medalla de plata olímpica de Los Ángeles'84. El de la esencia que conecta practicante y balón a través de un linaje identificado ineludiblemente con esta práctica: el de la estirpe Jofresa.

Las instalaciones municipales acogen durante dos semanas, de 4 a 8 de la tarde, un grupo de 67 deportistas que divididos en grupos por categorías trabajan ingentemente la técnica individual y el plus añadido, por necesario e inherente, de la competición.

Tomàs Jofresa, director este año de la actividad, se ha rodeado de un grupo de monitores. Entre ellos, la última incorporación de su sobrino David, que esta última temporada se ha convertido en la tercera generación del apellido Jofresa en debutar en la máxima competición estatal con el Andorra. Además, con el segundo equipo se enfrentó al Menorca Talaiòtica Sant Lluís de Liga EBA.

El tercer miembro que se ha sumado al campus, por una jornada, es Rafel. Jugador histórico de la ACB en minutos, recuperaciones, triples, puntos y asistencias, departió con los jóvenes deportistas sobre una de las habilidades más fiables en su etapa como jugador profesional: el tiro.

«Hay jugadores que tienen una puntería natural. Pero en la mayoría de casos para obtenerla es necesario trabajar una mecánica de tiro ortodoxa, de manual, y aplicar una secuencia importante de repeticiones en cada entrenamiento», explica Rafa Jofresa.

El exjugador recuerda además que en etapas de formación «especialmente por debajo de los 14 años, el deportista no tiene fuerza suficiente en el tren inferior y tiende ha coger malos hábitos para llegar al ahora. Se tiene que evitar». El estilo final de jugador, «siempre adaptado a como se sienta finalmente más cómodo», pasa por «afinar el movimiento y que sea siempre el mismo».

La familia Jofresa lleva décadas ligada a la Isla. Baloncestísticamente, Rafa Jofresa considera que «Menorca tiene un activo muy importante: la afición por este deporte. Se demostró en la época de LEB y ACB. En un proyecto futuro debería ser la base sobre la que sustentarse, aunque con la actual normativa se hace muy difícil».

Y sobre el menorquín más reconocido, Sergio Llull, el exbase se refiere a «un jugador excepcional, con una fuerza mental impecable. En su día, Joan Plaza detectó su potencial y acertó. No tiene límites y sigue creciendo».

Jofresa, como secretario general de la Asociación de Baloncestistas Profesionales (ABP), hace frente a diario a polémicas que han desnaturalizado este deporte. El marco de contratación de la ACB, las licencias de la Euroliga, la estructura de la FEB, los pasaportes falsos... «El modelo no es el mejor y la crisis lo ha puesto de manifiesto. Necesitamos una competición limpia, que el aficionado pueda volver a identificar», sentencia.