En el 50 aniversario del Boscos, Campins (izquierda) se reencontró con Lorenzo Alocén.

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El mundo del baloncesto menorquín llora la pérdida de Maties Campins Salord (Ciutadella, 64 años), fallecido anteayer por la mañana y tras una larga y dolorosa enfermedad. Campins, uno de los jugadores más queridos en poniente, fue una de las piezas angulares de la mítica época dorada del Club Bàsquet Boscos, allá sobre mediados de los años 70. De talante afable y cordial, Campins jugó en la plantilla gualda del patio de Santa Clara que, presidida por el también desaparecido Jaume Gelabert, dirigió el mítico ex ACB, Jaume Ventura, y tuvo como compañeros a figuras como el ex internacional del Real Madrid, Lorenzo Alocén; el ex Barça, Javier Sanjuan o el tándem de americanos, Paul Warner y Tom Omalev. Pese a que se inició como jugador en el juvenil del CB Ciudadela, su trayectoria como jugador fue en Calós, siendo un ala-pívot de envergadura, con clase y peligroso en la pintura. De una profesionalidad intachable y respetuoso como nadie con rivales y colegiados.

Las reacciones se fueron sucediendo ayer en Ciutadella e incluso los dos estadounidenses, desde California, contactaron con sus antiguos compañeros de Menorca. «Es una verdadera lástima ya que era una gran persona», destacaba Warner, con el que coincidía algún que otro Sant Joan; mientras que Omalev recordaba «lo buen compañero que fue Matías». También el entrenador Ventura recordó desde Barcelona a Campins: «Se nos va otra gran persona en Ciutadella», manifestó.

Rafel Cortès, muy emocionado, habló también de su compañero de baloncesto y amigo: «Un gran amigo, excelente. En el cielo ya nos espera un gran equipo», dijo otro de los locales del mítico Boscos.

Caprichos del destino, la muerte de Maties Campins se produjo el mismo día en que se celebraban 55 años de la histórica jugada de Lorenzo Alocén que hizo a la FIBA cambiar las leyes. La famosa auto canasta del ex jugador del CB Boscos de los años 70– aún con la zamarra del Real Madrid– en una argucia de Pedro Ferrándiz para evitar una prórroga. Precisamente, hace unos años, en el 50 aniversario de Boscos, Campins y Alocén se reencontraron en Calós.