Llull, desatado tras convertir un triple ante el Panathinaikos en su primer partido después de su lesión de rodilla. | Juanjo Martin

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A poco más de una semana para iniciar en Belgrado la sexta Final Four de su carrera, quinta sobre el último sexenio, en la que aspira a conquistar su segundo cetro continental con el Real Madrid, y cuando además ni alcanza aún el mes de su reaparición luego de algo más de ocho de ausencia por una grave lesión de rodilla, Sergio Llull Melià (1987) habla acerca de las sensaciones que ha experimentado en su retorno al juego, «de las mejores» de su vida, según relata, del mismo modo que hace alusión a la gran cita en la capital serbia, entre el 18 y el 20 de mayo, en la que un ancestral enemigo de la casa blanca, el CSKA Moscú, asoma como rival en la semifinal (son los conjuntos que más veces han disputado la final del torneo, enfrentándose en tres; luego del duelo Madrid-Varese, cuatro, la final más repetida de la historia).

No en vano, se hace difícil explicar la presencia del Madrid en la F4 sin reparar en la determinante y colosal aportación de su más insigne estandarte en el tercer y cuarto partidos de la eliminatoria de cuartos de final que dirimió el conjunto blanco con el Panathinaikos ateniense. Tras llegar la serie a Madrid con un inquietante 1-1, cirniéndose la posible sombra de un quinto duelo en suelo heleno, apareció él, el increíble Llull, para, en el instante justo, declinar el cruce con esa acostumbrada mezcla de talento y exuberancia energética. Un capítulo inolvidable en la cronología del madridismo, precedida de otro momento no menos emotivo; el que abrigó la bienvenida al ídolo tras ocho meses de detención obligada. Nunca un retorno fue tan celebrado.

«El momento de saltar a la pista fue increíble. Sentí un cosquilleo en el estómago cuando el 'speaker' dijo mi nombre y todo el mundo se puso en pie para ovacionarme. Fue uno de los momentos más bonitos que he vivido como jugador del Real Madrid, percibir tanto apoyo y cariño... fue un día muy emocionante para mí», evoca Llull de su regreso, en lo que asimismo implicó el 2-1 que encarrilaba el playoff para el Madrid.

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