El equipo del Menorca Bàsquet festeja el ascenso a ACB desde el Ayuntamiento de Maó en 2005 | Guillem Sintes

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Hubo un tiempo, apenas lejano, en que el baloncesto menorquín experimentó la sin igual sensación de ocupar su espacio en la elite, de sentirse al nivel de los mejores, periodo que albergó en mayo de 2005 y en el albor de junio de 2010 dos de sus principales y más evocadas cumbres, puesto que fue en esas fechas cuando ocurrieron el par de ascensos a la Liga ACB que materializó el desaparecido Menorca Bàsquet SAD -proyecto forjado e impulsado desde las entrañas de La Salle Mahón-, de lo que durante estos días por tanto alcanza quince y diez años respectivamente.

2005

Después de perecer en el umbral del ascenso a la ACB de forma consecutiva en el trienio que comprendió de 1999 a 2001 (por orden, Gijón y Orense, 3-0 Granada por 3-2, sus ejecutores en el decisivo playoff), el Menorca Bàsquet y la Isla estrenaron el siglo XXI con la percepción de que ingresar en la primera liga ya no quedaba a una distancia utópica, sensación que sí predominó hasta los estertores de la centuria anterior.

Así, en el preámbulo de la temporada 2004/05, y luego de convivir un bienio con la irregularidad en cuanto a resultados, el club mahonés, de la mano de su presidente, José Luis Sintes, uno de los rostros más importantes en la cronología del deporte menorquín, logró amalgamar un grupo sólido a la par que competitivo que bajo la dirección del entrenador andaluz Curro Segura e integrado por nombres como Tisi Reynés, Jordi Llorens, Alberto Miguel, Chris Moss, Terrence Stewart, Fran Sabaté, Salva Camps o Alberto Ruiz de Galarreta concluyó en segundo lugar la fase regular de LEB Oro 2005, lo que además de favorecer un asequible cruce inicial en el playoff, de los dos que entonces cabía superar para ascender, garantizaba en ambos el factor pista a favor -de lo que el conjunto insular había carecido en sus tres antecedentes previos.

El CB Tarragona, a priori el conjunto más factible del cuadro, confirmó su condición y fue borrado de la circulación por el Menorca Bàsquet por 3-1 en la primera eliminatoria (triunfo redondeado con un elocuente 62-87 en pista catalana). Para la criba definitiva el azar -y la clasificación- determinó un enemigo en ese entonces muy al uso para el cuadro insular el Baloncesto León, un club a la baja en parangón a la exuberante etapa que paulatinamente iba dejando atrás -llegó, con la denominación de Elosúa, a competir en Europa en su primera etapa ACB en los 90-, con el que ya había confrontado el equipo menorquín en algunas rondas de las campañas previas -de fortuna esquiva- y deseoso por rescatar, en la medida de sus posibilidades, aquella etapa dorada que en realidad nunca más logró el cuadro leonés emular.

El viejo Poli de Maó, enclave emblemático del baloncesto insular, ejerció un influjo fundamental en el desenlace de aquella contienda.

Más que nunca el recinto acreditó la distinción de sexto jugador , generando una atmósfera tan adversa para el rival como energética en pro del equipo local. El partido que abrió la serie, aún recordado como el de aquellos tiros libres errados por el máximo anotador de la cita Lamont Barnes (21) entre un griterío ensordecedor -el pasado martes hizo quince años exactos de aquella orgiástica velada-, lo blindó el llamado, por motivos de patrocinio, IBB Hotels Menorca por 87-86 (Moss, 18 puntos para los ganadores 1-0). La inyección de moral y confianza que aquel primer punto significó para el grupo menorquín lo delata el modo en que resolvió el segundo, también en Maó, y otra vez con un Poli tan entregado como abarrotado (84-67, hoy se cumple lustro y medio 2-0).

León recortó distancias en el tercer compromiso, primero en el antiguo reino (85-63), pero no pudo mantener ni la tensión ni el músculo competitivo necesario para abortar lo que el destino iba a deparar como una gesta sin precedentes del báquet insular.

Así, el 26 de mayo de 2005, merced a una exhibición anotadora del escolta norteamericano Terrence Stewart (30 puntos), el Menorca Bàsquet se embolsó la victoria por 69-73 y estableció el definitivo 3-1 en el playoff para alcanzar la galaxia ACB, destacándose por extensión como el primer club de la Isla y de Balears en palpar tan grandioso nivel.

Maó entero se echó a la calle para celebrar el hito y agasajar a los héroes a su llegada a la Isla. Poco después se dio luz a la construcción del Pavelló Menorca -que se alzó en solo cien días-, factor imprescindible para ratificar en los despachos el ascenso a la máxima categoría, cuyo primer ciclo prolongó durante cuatro años el conjunto menorquín.

2010

Tras el descenso a LEB Oro sufrido al término de la temporada 2008/09 y sustanciar un trecho cuatrienal repleto de momentos y recuerdos que se postergarán eternamente en la memoria del aficionado insular -como las victorias sobre Barça, Baskonia y Joventut, o las agónicas permanencias obradas en 2006 y 2007-, el Menorca Bàsquet se rearma en verano de aquel año para tratar de retornar con la mayor premura a la mejor liga de Europa. Benito Reynés remplaza en la presidencia a José Luis Sintes, Oriol Humet aterriza para asumir la dirección general del club y en lo deportivo se opta por el técnico valenciano Paco Olmos, designado en 2003 mejor entrenador de la ACB y a la sazón uno de los entrenadores más reputados del universo LEB, que ficha tras rozar el ascenso con el Melilla en mayo del ejercicio 2009.

Junto a Olmos aterrizan el base argentino Diego Ciorciari, el espectacular alero norteamericano Cuthbert Victor y el pívot brasileño ex prospect de Estudiantes Caio Torres. También firman, entre otros, Diego Sánchez -verdugo insular una década atrás en las filas del Gijón-, el escolta de ascendencia nigeriana Michael Umeh y el pívot Miguel Montañana. Otegui -coleccionista de ascensos-, Sabaté -que ha retornado al club-, el alero catalán formado en el Barça Marc Fernández y el base exJoventut Josep Guzmán Gusi son otros de los cromos en el álbum de aquella inolvidable temporada.

El Menorca empieza la liga en pleno acelerón de resultados, manteniéndose a lo largo de la primera vuelta entre los dos primeros, pero hilvana un lapso de cinco derrotas entre enero y febrero de 2010 -producto de las lesiones de hombres clave- que le hacen retroceder hasta el quinto lugar. Sin embargo, la extraordinaria labor y liderazgo de Paco Olmos, así como el empuje de un colectivo que destila ambición por ascender motivan una reacción, igualmente en el plano anímico, que sitúa al equipo en franca situación para el play off -que en esta oportunidad exige vencer tres rondas para lograr el éxito.

Postergada aquella temporada 2010 como la que enmarcó las mejores eliminatorias de todos los tiempos en las competiciones FEB, el Menorca quiebra al rocoso Breogán de Lugo -con el luso Betinho, Corbacho y Jeff Adrien en su roster- en el primer cruce (3-1) y en una segunda serie espectacular liquida al Canarias de Richi Guillén y Jakim Donaldson -el actual Iberostar Tenerife de ACB-, al que sentencia por 3-2 en Maó (66-61, Cutberth, 19, y Umeh, 15, determinantes, así como la defensa menorquina, en ese quinto partido).

La final por el ascenso encuentra en el Ford Burgos de Peter Lorant, Zach Morley e Iván Corrales -ahora Tizona, que debió ser rival del Hestia Menorca en LEB Plata este año, pero la covid-19 lo impidió- el contrincante definitivo. Tras cobrar ventaja en la eliminatoria (1-0) al ganar el primer partido (89-65), el equipo menorquín es sorprendido por el burgalés en el segundo, también en Maó (65-69), y se avanza en el traslado del playoff a su hogar de El Plantío (69-64 2-1).

El Menorca, en jaque, replica con una tremenda demostración en el cuarto duelo pese a jugar contra todos los elementos, inclusive un muy adverso ambiente (57-76, llegando a dominar por más +30 en el tercer cuarto Umeh, 20 puntos, exuberante en sus acciones a campo abierto, y Caio Torres, 18, las figuras junto al director de orquesta, Diego Ciorciari, 10) y evidentemente no malgasta el factor de jugar ante su público el quinto y definitivo encuentro.

EL VIVEMENORCA LOGRA EL ASCENSO A LIGA ACB TRAS GANAR EL QUINTO PARTIDO AL FORD BURGOS.

Paco Olmos, manteado por la afición menorquina tras el ascenso de 2010. Foto: T. M.

Bintaufa, hasta los topes, enmarca el 6 de junio de 2010 una victoria por 78-66 que cierra el playoff con un franco 3-2 para el equipo insular. El primer y único ascenso ACB conquistado en la Isla, hace ahora una década la celebración, también de las que marcan época. De nuevo Umeh (24 puntos) se posterga como el perfil ofensivo más brillante de un éxito forjado a partir del dispositivo defensivo y que permitirá a la Roqueta y su capital, aunque sea solo por una temporada más, residir en la primera liga española.

La precariedad de recursos que en términos financieros sufre el club, en plena crisis económica mundial, desbarata el margen para la confección de un equipo con mínimas garantías para batallar por la permanencia en la temporada 2010/11, última en que la Isla convive en la galaxia ACB -no en vano, el equipo que se reunió acreditó menor calidad en relación al que ascendió.

El respaldo institucional se esfuma y la actitud del Govern balear de la época, que adeuda a la entidad cerca de un millón de euros, que rechaza reconocer y satisfacer hasta años después, con la SAD ya desaparecida, y del Consell (que niega al club 200.000 euros para poder conservar la plaza en LEB Oro tras tener que renunciar a un tercer ascenso) significan la estocada definitiva a un proyecto que muere en verano de 2012, un triste epílogo, en función de lo que el Menorca Bàsquet significó, pero que bajo ningún concepto eclipsa ni destierra una realidad para la posteridad que hubo un tiempo en Menorca en que fuimos y competimos con los mejores.