El torneo enfrentará a los doce primeros equipos clasificados. | SERGEI ILNITSKY

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La llegada a Menorca de la fase final de la Liga Endesa iba a tener un coste para las arcas públicas de alrededor de 1,1 millones de euros. El Consell, el Govern y los ayuntamientos estaban dispuestos a poner esa cantidad para responder a las sobrevenidas exigencias económicas de la ACB, que un día antes de tomar la decisión sobre la sede que albergará el atípico desenlace del campeonato trasladó a la máxima institución insular el requerimiento de una propuesta económica para hacerse cargo del alojamiento y del transporte de doce equipos confirmados por unas 300 personas, 25 árbitros y 30 organizadores.

El requisito abrió un difícil dilema en el Consell, apostar fuertemente por traer a la Isla esta competición o abandonar teniendo en cuenta la necesidad de recursos para hacer frente a la crisis generada por el covid-19. En la balanza terminaron pesando más las ventajas turísticas. «Apostábamos por ser sede de la Liga Endesa», aseguraba ayer la presidenta Susana Mora, quien destacó que esa inversión no solo podía generar un retorno de actividad e imagen turística en un momento crucial, a caballo entre junio y julio, sino que además ese dinero no se destinaba a ninguna organización de fuera, como sería el caso de un canon, sino en las empresas de Menorca.

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Hasta el último momento se llevaron a cabo gestiones al más alto nivel tanto desde el Govern, como desde el Consell, con contactos con la secretaria de estado de Turismo, Bel Oliver, como con la presidenta del Consejo General de Deportes, Irene Lozano. Susana Mora defendía que la designación de Menorca como sede podía ser enfocada como una cuestión de estado, demostrando la seguridad de los destinos abriendo corredores seguros en el ámbito nacional. No ha podido ser.

Finalmente, la ACB escogió Valencia como sede de la fase final entre todas las candidatas.