Pagès, con una palma en la cara, flanqueado por García Panizo y Manu Benito, y Álvaro Fernández tras ellos. | Gemma Andreu

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El Hestia Menorca se encuentra enfrascado en la primera crisis de su breve historia y que ha deparado un cambio de ciclo. Así lo propicia la destitución de Oriol Pagès, anunciada el lunes, y cuyo vacío como ‘primero’ en el banquillo ha sido ocupado por su hasta ahora asistente Javier García Panizo –el tiempo dictaminará si de modo provisional o para lo que resta de temporada.

La marcha del técnico, precipitada tras la derrota sufrida por el equipo menorquín en la pista del Pardinyes Lleida el sábado previo, que significó el tercer tropiezo en las últimas cuatro intervenciones, ha generado, no una fractura pero sí dos corrientes en el seno del club, tanto a nivel directivo como de vestuario.

En la junta directiva, los partidarios de la destitución de Pagès entienden que el colectivo no estaba siendo optimizado en su verdadera dimensión y que la dinámica de resultados en la que se había incursionado, así como las «sensaciones» a un mes vista de iniciar las eliminatorias por el ascenso, obligaban a acometer un viraje, a buscar un revulsivo con el objeto de invertir dicha inercia.

En el flanco inverso, la corriente partidaria de mantener a Pagès entendía que ocupando el equipo el segundo lugar en la clasificación de la conferencia Este y a unas pocas semanas de empezar la postemporada, lo adecuado era mantener la confianza en un técnico al que los resultados avalan desde una panorámica global.

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