Javi Zamora, dando instrucciones durante un entrenamiento | Gemma Andreu

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El Hestia Menorca de Javi Zamora entra en liza. La visita al colista de grupo, el Torrons Vicens L’Hospitalet, contextualiza el estreno, y el primer examen por tanto del entrenador madrileño al frente del proyecto insular, al que se incorporó este miércoles, en cita correspondiente a la jornada 23 del segmento Este de LEB Plata.

Un compromiso que, dado el estatus clasificatorio del rival, se presume ideal para que Zamora pueda iniciar con éxito su andadura en el proyecto insular y por elevación revitalizar el ánimo de un colectivo asimismo deseoso de dejar atrás el lapso de derrotas que precisamente ha precipitado la venida a la Isla del entrenador madrileño luego de la decapitación de Oriol Pagès y el breve intento del club con Javi Gacía Panizo –cuatro tropiezos en sus últimos cinco partidos ha amontonado el Hestia Menorca.

Doble filo

Pero en paralelo, el partido que presentará las credenciales de Zamora como estratega y gestor de grupo –en la medida que lo permitan las pocas sesiones que acumula al frente del equipo–, así como su capacidad para ejercer de revulsivo, aflora con una suerte de doble filo, en tanto que le es implícita una considerable carga de necesidad en clave menorquina. Y no en exclusiva por una cuestión de sensaciones (que ha sido uno de los principales argumentos esgrimidos en el entorno del club para justificar el relevo en la banquillo), que también, sino igualmente por razones aritméticas y a efectos de la clasificación.

Resta apenas un mes para que empiecen las eliminatorias por el ascenso y, virtualmente perdida la batalla por el primer lugar, al Hestia Menorca le urge tratar de afianzar el segundo –que ahora comparte con Prat, su inmediato posterior rival en encuentro pendiente, y Albacete, su ejecutor más reciente, 14-7– para orientar su incursión en la postemporada en el sentido más favorable.

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