De vuelta. Logan Schilder hace un mate durante el pasado derbi balear, cita que implicó el regreso del pívot neerlandés tras más de dos meses lesionado; 12 puntos, 8 rebotes y 17 créditos de valoración, su tarjeta, intangibles al margen | Manolo Barro

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El derbi balear de LEB Plata que protagonizaron en la velada del sábado Hestia Menorca y Sant Antoni Ibiza quedará grabado en la cronología del baloncesto de ‘ses illes’. No en vano, nunca antes estos dos equipos confrontaron en un partido de carácter oficial, como tampoco, desde su incursión en la tercera liga del país, el equipo menorquín tomó parte en un encuentro de máxima rivalidad regional. Una cita para la posteridad, de la que rescatamos algunos de sus pasajes de mayor calado.

Histórico.  Al margen, e incluso por encima del impacto que dispuso el resultado, la cita entre Hestia Menorca y Sant Antoni Ibiza se recordará en la cronología del básquet balear por el componente histórico de ser la primera oportunidad en que ambos proyectos rivalizaron en el marco de una competición oficial, como también el primer duelo de rivalidad balear que disputa el equipo menorquín desde que en 2018 se instaló en LEB Plata. Lamentablemente, también para la posteridad queda que ese primer punto declinó en favor de Eivissa. Por lo demás, el tiempo dictaminará si esta rivalidad en adelante se afianza, si es así, en qué marco lo hace (quizá en el futuro ambos converjan en LEB Oro...) o si por contra se diluye como un recuerdo residual, producto de que ambos equipos no coincidan más allá de los enfrentamientos de la presente temporada o la posterior.

Pero de momento, la incipiente rivalidad deportiva que alumbran Hestia Menorca y Sant Antoni no es comparable a aquella animadversión deportiva que forjaron el desaparecido Menorca Bàsquet bajo la presidencia de José Luis Sintes y el Bàsquet Inca de Joan Rubert, a partir de los años 90 y que se prolongó hasta la primera década del siglo XXI. Otra liga (LEB Oro), otros tiempos y escenarios (esa magia del viejo ‘poli’ de Maó…) y la mirada con que se percibe cualquier movimiento que se ejecuta desde Mallorca no es la misma para con Eivissa...

Ambiente. Al valor de la cita, en términos históricos, le fue parejo el ambiental, dentro de los márgenes que concede la pandemia y en consecuencia sus restricciones. Puesto que si bien el Hestia Menorca logró generar una atmósfera fantástica y registrar la que hasta la fecha ha sido la mayor asistencia de público de la temporada a Bintaufa, y también desde que hace dos años surgió la covid (alrededor de 1.500 personas, una cifra excelente en LEB Plata y más en las actuales circunstancias sociosanitarias), de haberse celebrado este primer derbi en tiempos precovid, Bintaufa podría haber ardido… una pena (y recordar que además el aforo limitaba a 2.600). Pese a ello, el Hestia Menorca consiguió convocar a una importante cantidad de jóvenes aficionados (invitar al partido a todas las canteras y clubs de la Isla funcionó, en la medida de lo que permite la coyuntura causada por el coronavirus), lo cual siempre es importante, y la garantía de que el proyecto tiene futuro en la grada. El hábitat, dadas las circunstancias, no pudo ser mejor ni más evocador.

A la Copa. Un punto amargo de los que extraer del post-derbi. El Sant Antoni Ibiza jugará con toda probabilidad la Copa LEB Plata contra el primer clasificado de la conferencia Oeste. Salvo hecatombe de última hora y que el Benicarló recupere 62 puntos del averaje general y le deje fuera. La presencia en la final copera del Sant Antoni dependía sustancialmente de ganar en Maó, lo que por extensión eliminaba ‘de facto’ las opciones del Benicarló en el que milita Xavi Hernández. La realidad es que, en su primera temporada en LEB Plata, el proyecto de Eivissa jugará por el título de Copa, lo que no ha conseguido nunca el Hestia Menorca luego de un cuatrienio en la categoría (aunque se quedó a un partido de eso en 2020, posibilidad que perdió al perder precisamente contra el Benicarló).

Roster. Una de las claves de la derrota menorquina residió en el desequilibrio, a nivel de plantilla, con la que afrontó el partido el colectivo de Javi Zamora. Las bajas de Jermaine Marrow, que se perdió el partido por encontrarse en EEUU, y de Raül Timoner, que se resintió de sus problemas de tendinitis, además de limitar las opciones en el ‘1’ y de anotación desde el ‘backcourt’, restaron solidez y rotación exterior. También músculo y físico, lo que se pagó en el tramo final del partido (7-25, el parcial en el último cuarto favorable al Sant Antoni).

Ciertamente, lo que perdió por fuera lo ganó por dentro el Hestia Menorca, que recuperó para la causa al neerlandés Logan Schilder, después de ser baja más de dos meses. Doce puntos y ocho rebotes, para una valoración de 17, la segunda más elevada del equipo, las cifras de Schilder, además de dotar al grupo de un dominio interior a partir del que el equipo menorquín se sujetó y peleó sus opciones (imprescindible en ese sentido la labor de Diego Alderete, que cazó 20 rebotes para abundar en su condición de líder del ránking).

Pero en líneas generales, Ibiza estuvo más sólido y equilibrado y sobre todo, supo gestionar mejor las emociones en el tramo final y pragmatizó mejor las situaciones de partido (como el abrir brecha desde el tiro libre en el último cuarto y por contra, no permitir al Hestia apenas opciones desde el 4.60 en ese tramo al no sucumbir al bonus hasta los instantes finales). El valor de la experiencia de un equipo que llegó a Maó tras un mes sin jugar.

Clasificación. Después del derbi, el Sant Antoni, además de sumar su séptima victoria consecutiva y convertir en virtual su presencia en la Copa LEB Plata, se mantiene junto con el Benicarló como los dos equipos con mejor balance del Este (11-2). Por contra, el Hestia Menorca se sitúa ahora a una distancia de cuatro partidos (8-6) de este par de equipos, trecho que tratará de enjugar durante la segunda mitad de la fase regular, una empresa ciertamente complicada.