Javi Zamora alecciona a sus jugadores durante el tiempo muerto de un partido de este año en el Pavelló | Gemma Andreu

TW
1

El gran día ha llegado. El Hestia Menorca afronta en la tarde-noche de este sábado en su hogar de Bintaufa la oportunidad de quedar a cuatro partidos del ascenso a LEB Oro. El umbral que le separa de esa cota son once puntos y el obstáculo a sortear responde por CB Zamora Enamora. Una cita sin red, de naturaleza terminal. A su vez, un reto hermoso, un desafío mayúsculo.

El proyecto que ahora se aloja en Bintaufa se creó instigado por múltiples motivaciones. Recuperar el baloncesto de cierto nivel para un enclave que ahora cumple un decenio desprovisto de su máximo estandarte, aquel que compitió bajo las mágicas siglas de la ACB, fue una de ellas. Dar uso al desierto Pavelló Menorca, producto de aquel tiempo dorado y pasado, y alternativa a una afición huérfana de un club de referencia tras medio siglo de presencia, a uno u otro nivel, en ligas de ámbito estatal, también repercutieron como factores ‘fundacionales’. Pero la marca Bàsquet Menorca, igualmente, o tal vez sobre todo, se impulsó para disfrutar de veladas como la de hoy contra el CB Zamora Enamora.

La temporada previa se distinguió histórica al contextualizar la primera incursión del equipo menorquín en la fase por el ascenso. Pero la inexperiencia de colectivo y club en estas lides, y principalmente un brote de covid que vició y condicionó por completo la postemporada del equipo menorquín, detuvo en la segunda ronda su progresión (superado el Gijón, Zornotza supuso el freno). Con un colectivo sustancialmente modificado, en realidad un equipo nuevo, el Hestia Menorca tratará en el presente cuanto menos de emular el registro del año anterior. No en vano, mantener vivo el sueño por alcanzar el ‘Oro’, acostarse a solo cuatro encuentros de ese objetivo, obliga a ello.

Y la empresa, en su preámbulo, concentra todos los ingredientes que reclama un partido grande, una obra de máximos. A la sensación de dramatismo alimentada por la necesidad de tener que remontar, aun siendo un –11 un diferencial asequible, y que acostumbra a generar un plus superior de motivación en relación al rival que empieza con esa ventaja tangible en puntos, se le suma un elemento al margen del juego pero a su vez con tanta incidencia y repercusión sobre el mismo; el factor Bintaufa.

Con las restricciones y los más graves efectos de la pandemia archivados como capítulos del pasado, junto con la emoción que despierta un partido tan imponente como el que aguarda, así como las connotaciones históricas que alberga (se trata del tercer partido de playoff de LEB Plata que el Hestia Menorca disputa en casa), raro sería que la pieza prefabricada que se aloja en la zona de Bintaufa no registrara la mejor entrada y su más térmica atmósfera de la temporada. De hecho, pocas excusas valdrían al aficionado que se precie para justificar su ausencia en un partido que, bien podría ser el último del año o por contra, y en el mejor de los escenarios, trascender como la antesala de la semifinal por el ascenso a LEB Oro.

En la pista, para satisfacer y colmar el deseo de esa afición ansiosa, tras un bienio durísimo en muchos sentidos a causa de la pandemia, de celebrar gestas y de embriagarse de gloria deportiva, un colectivo que sencillamente morirá sobre ‘la arena’. Para gozo de la grada e igualmente del suyo propio, como también para encontrar la justa recompensa a una campaña en la que se han afianzado como un colectivo solidario y ejemplar en muchos registros del juego exhibiendo una línea de crecimiento que les ha situado en el instante cumbre del año en franca disposición de poder hacer algo grande.

Sobre el papel, Javi Zamora contará para esta cita cumbre con todo el roster en perfecto estado o en disposición de ser de la partida, incluido Jhivvan Jackson. El esguince de tobillo que ha lastrado el rendimiento del boricua en los últimos dos partidos (sobre todo en Ibiza) es cada vez más una cuestión del pasado, también gracias al eficaz plan de rehabilitación al que le han sometido los recuperadores y preparadores del club. Y el jugador, tal y como desveló ayer en exclusiva para este diario, se fija por meta «ascender a LEB Oro».

Concerniente al partido, el Hestia Menorca ha preparado para el mismo un guión que no precipite la remontada inmediata. Un –11 es un diferencial susceptible de poderse enjugar en un par de minutos, tal vez menos, de ahí que el colectivo insular buscará esbozar un modelo de partido en el que suya sea la iniciativa y el ritmo, pero sin tener que ‘reventar’ el marcador hasta llegado el último cuarto.

Y para tener un encuentro en esos cauces, los preceptos a desarrollar son evidentes; recuperar el control del rebote, del que el Hestia Menorca se vio desprovisto en la ida, restituir la capacidad y tensión defensiva mostrada en la mayor parte de la temporada, sobre todo en el segmento de calendario más reciente, y evitar cualquier momento de posible desconexión a lo largo del partido.

Dentro de esas premisas, contener o mitigar la producción de Bobby Harris (31 puntos en el primer duelo) y de Jeff Solarin (16 tantos y 7 capturas en la ida) ocupa un espacio prioritario, si bien las virtudes del Zamora Enamora no se reducen a las excelencias de sus dos grandes referentes. Experiencia, oficio, tiro exterior, fiabilidad interior... a todo eso y más deberá replicar el Hestia Menorca, que en la festividad de Sant Jordi quiere suscribir un capítulo histórico de su particular libro de ascenso a LEB Oro: Un día para remontar.