El equipo consiguió el ascenso a LEB Plata el 20 de mayo de 2018 | Javier Coll

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El ascenso a LEB Oro conseguido este sábado por el Hestia Menorca significa la mayor cumbre en la cronología del club y la culminación del recorrido iniciado hace seis años, desde las entrañas de la sección de baloncesto del CCE Sant Lluís, vía por medio de la que un puñado de soñadores sentaron las bases de un proyecto en cuya génesis concentró la mayor parte del talento, local y foráneo, que residía en la Isla en ese entonces.

Miki Ortiz, a la sazón jugador del Sant Lluís y excanterano del anterior y extinto Menorca Bàsquet, que imponía así fin a su trayecto ‘de corto’, el empresario local Damián Llull y Oriol Segura, catalán totalmente enraizado a la Isla y también empresario, se erigían en los rostros más visibles de la estructura del nuevo club, que durante su primer año de vida, la temporada 2016-17, funcionó como un ente totalmente dependiente del Sant Lluís, del que se desmarcó de lleno discurrido un año, en verano de 2017.

Aprovechar el legado generado por el desaparecido Menorca Bàsquet, que echó el cierre un lustro antes por motivos económicos, en 2012, tanto en lo que respecta a jugadores, afición, como por supuesto el Pavelló Menorca, una instalación construida exclusivamente para el baloncesto, alumbrando un club que a la par sirviera de alternativa para la afición insular, contribuyera a mitigar el tremendo vacío ocasionado por la desaparición de la antigua SAD (que incluso paseó el nombre de la Isla en territorio ACB durante cinco años en dos etapas, de 2005 a 2009 y en 2010-11) y ejerciese de catalizador de todo el básquet local, fueron las premisas, los pilares, que sostuvieron los primeros pálpitos del proyecto que ahora abraza las siglas de LEB Oro.

Los fichajes de Jan Orfila, que retornaba a Menorca después de desarrollar un sólido trayecto como profesional en el exterior de la Isla, y Pitu Jiménez, un exMenorca Bàsquet que optó por seguir en Maó tras la extinción de la SAD y ‘arrebatado’ a Es Castell aquel verano de 2016, fueron los dos movimientos más significativos a nivel deportivo de cara al primera año, el curso 2016-17, en el que el catalán Joan Martínez Escala se convirtió en el primer técnico del equipo, aunque no concluyó la temporada, al ser despedido tras un bache de resultados, que propició la venida en el mes de marzo del ceutí Miguel Ángel Hoyo, quien no remontó una situación que, sin ser en absoluto dramática, sí dejó al entonces denominado Made in Menorca sin posibilidades de optar al ascenso a LEB Plata, en tanto que el equipo fue tercero de la conferencia catalano-balear.

Independencia

Verano de 2017 será un año determinante para el club, al ser el de su nacimiento oficial después de una primera temporada de transición, a caballo entre la creación de la entidad y su desmembramiento del CCE Sant Lluís; asimismo, es la campaña en que cristaliza el traslado al Pavelló Menorca (el año previo se compaginó Ses Canaletes con el viejo ‘Poli’ mahonés) y la que preludia el ingreso en LEB Plata. Oriol Segura es designado presidente y Miki Ortiz asume plenos poderes a nivel estructural, organizativo y deportivo (en verdad, los adquirió desde que el planteamiento de club cuajó, en tanto que él fue el ‘ideólogo’ e impulsor del mismo).

En lo deportivo, llegan Quim Salvans y Biel Torres, entre otros, y Oriol Pagès se convierte en el nuevo entrenador. Su buena relación con el por entonces delegado del equipo, Manu Benito, facilita una operación que, con la perspectiva que concede el tiempo, no admite debate en cuanto a su acierto. El arranque de curso es duro; se sufren derrotas imprevistas (como la encajada contra el Sant Adrià en Maó en septiembre) y las lesiones no dan tregua a un colectivo que sin embargo, de modo progresivo, gradual, a medida que las jornadas transcurren, irá creciendo hasta alcanzar el nivel de los mejores.

Tras un esplendoroso cierre de fase regular, el Menorca alcanza la Final Four de Vic, calificatoria para la fase final, y en la que dejó atrás al Universidad de Vic y a El Masnou, además de disfrutar de lo que a partir de esos días se convertirá en algo habitual en las citas del equipo insular en condición de visitante; un considerable grupo de aficionados menorquines arropan al equipo desde la grada.

La fase final, pocos días después, se disputa en el Pavelló Menorca, donde más de 2.500 personas, en cada uno de los tres días en que se prolonga la liguilla, presencian lo que culminará con el ascenso a LEB Plata.

Cazorla, Benidorm y Zornotza, este en el último día, sucumben al Menorca y a la magia de Bintaufa, cuya grada además revela un dato de lo más estimulante; la gran cantidad de gente joven, muchos de los cuales ni habían palpado el básquet cuando el fenómeno ACB eclosionó en la Isla, que animan y sufren con el proyecto.

En la pista, un descomunal Dani García, cuya madre además había fallecido poco antes de aquella fase final, destroza con una exuberante exhibición de puntos, juego y talento al Zornotza en el tramo decisivo del partido definitivo, el que sella un ascenso que también se habría obtenido aún perdiendo, puesto que la FEB había aprobado para el curso siguiente la ampliación de LEB Plata. Pero así, ganando en la pista, se saborea y sienta mejor. Era un 20 de mayo de 2018, justo cinco años antes de conquistar el ascenso a ‘Oro’ que justifica este artículo, una fecha sin duda con encanto para el básquet insular.

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LEB Plata

La incursión en LEB Plata exige un crecimiento a todos los niveles; deportivo, organizativo, crematístico... el acuerdo con la Fundación Hestia, desde verano de 2018 patrocinador que da nombre al equipo, supone una importante inyección económica, además de revelarse como un sponsor atípico, en el mejor sentido del término. Las vías de ingresos a nivel institucional también se incrementan, como también el seguimiento al equipo, en el que Oriol Pagès sigue a los mandos y el cual, obligado por las circunstancias, empieza a nutrirse de fichajes no menorquines.

Con el producto autóctono no alcanza para convivir en la tercera liga del país, de la que el Hestia Menorca, después del Jovent d’Alaior de 2009-10, pasa a ser el segundo representante de la Roqueta que compite en ella (por cierto, la irrupción del club en LEB Plata coincide con la incorporación al grupo directivo de un sector de exdirectivos del propio Jovent). Llega, eso sí, Xavi Hernández (el base mahonés formado en el Alcázar acumula varias temporadas en la liga), Raül Timoner, y se mantienen Jan y Sergi Llufriu (para ambos, su último año en el equipo, antes de emprender rumbo a Es Castell, junto a Carlos Sintes y Biel Torres).

El escolta Richaud Pack y el interior Fitzgerald White forman la primera pareja de americanos en la historia del club. El segundo será ‘cortado’ a los 19 partidos, llegando como sustituto el pívot nigeriano ‘Duby’ Okeke, un tipo técnica y tácticamente limitado, pero de físico hercúleo y que se ganó el corazón de la grada, de inmediato, desde su llegada. Adri Méndez y en los meses finales, el exEstudiantes Andrés Miso, también se incluyeron en el capítulo de fichajes.

A nivel competitivo, el Menorca responde dentro de los lógicos márgenes de un recién ascendido. En la época (campaña 2018-19), la LEB Plata distribuía su calendario en dos fases regulares y posteriores eliminatorias de ascenso. El Menorca no pudo alcanzar el grupo de los mejores, pero disfrutó de una plácida permanencia concluyendo segundo clasificado de la A-2.

El curso 2019-20, con las incorporaciones de Drew Guebert, Garret Covington, Berto Corbacho, Urko Otegui y Deion Bute, indica, en su preámbulo, un deseo de dar un paso más allá, lo que se logra, accediendo a la serie A-1, el segmento que lucha por el ascenso, pero la progresión dentro del mismo se ve abortada a causa de la pandemia de la covid-19, que inicialmente motiva que se aplace la temporada, que semanas después será definitivamente suspendida (el Menorca termina décimo y la FEB determina el ascenso de Real Murcia, Girona y Tizona Burgos). La pandemia, en cualquier caso, sirve para calibrar el músculo organizativo y estructural del club, que ofrece una ejemplar atención a sus deportistas y abonados en tiempos de máxima incertidumbre.

Nuevo ciclo

La campaña 2020-21, tercera que cumple el Bàsquet Menorca en LEB Plata, repercute como un cambio de ciclo, y no por las restricciones y limitaciones que implantan las autoridades estatales y autonómicas a causa del coronavirus –que también–, sino por que en el ecuador de la misma el club opta por el despido de Oriol Pagès. Inicialmente, Javi García Panizo, entrenador asistente, toma la batuta, pero al cabo de una semana aterriza en la Isla Javier Zamora Pedreira. Entrenador madrileño con bagaje ACB y seleccionador nacional en categorías de formación, ‘Zamo’ firmará un acuerdo cuatrienal por medio del que también se convierte en director deportivo, un movimiento impropio en el deporte profesional y que delata, sin lugar a duda, el exuberante grado de confianza que el club ha depositado    en la figura de un técnico que en cualquier caso ha respondido con amplitud a las exigencias y expectativas que se alzaron en torno a él. El ascenso a LEB Oro que hoy la Isla entera celebra embriagada de satisfacción, empezó a gestarse con esa rúbrica cuatrienal.

Pero los inicios rara vez acostumbran a ser sencillos y para Zamora en la Isla, tampoco fue excepción. Puesto que lo curioso del despido de Pagès es que devino pocas semanas después de que el equipo se fuera líder del Este (la pandemia propició además que se acotara a una sola fase la temporada regular), por lo que al madrileño, mejorar aquello, no le fue posible.

El Menorca, que sobre el parqué, a modo de rostros más importantes, había fichado aquella temporada a Julio de Assis, Menno Dijkstra y Bruno Diatta, accedió al playoff de ascenso a LEB Oro por vez primera en su breve historia partiendo como tercer clasificado de la conferencia Este, lo que le emparejó con el Círculo Gijón, otra plaza con pasado ACB y deseos de reverdecer laureles.

Pero el infortunio golpeó al cuadro insular, cuyo vestuario sufrió un brote masivo de covid que incluso hizo que se aplazara el cruce contra el cuadro asturiano, que sí se pudo superar, aunque en la segunda eliminatoria el Zornotza, por apenas una canasta, cercenó su recorrido. Para el curso 2021-22, primero en el que Zamora asume la pretemporada, se promueve una profunda restructuración en la plantilla. Llegan el base norteamericano Jermaine Marrow (que nunca se adaptó, siendo ‘cortado’ en enero para, antes de la postemporada, firmar al jugón puertorriqueño Jhivvan Jackson) y varios canteranos de Estudiantes, algunos de los cuales mantienen una relación casi filio-paternal con el técnico, como Diego Alderete, Pablo Longarela, Álex Tamayo, Pablo Suárez... Llegan también Thomas Smallwood y Logan Schilder. La remodelación de la plantilla es absoluta, y da para acceder a la fase de ascenso por segundo año consecutivo. Pero en la misma, el Zamora Enamora hace valer su mayor experiencia y deja fuera de combate al Menorca en la primera ronda. Será el último año de Pitu Jiménez en activo. El base madrileño es despedido con ‘honores’ (se le retira la camiseta) en un emotivo homenaje en la pretemporada del curso siguiente, este mismo, 22-23, el del histórico ascenso a LEB Oro.

Para abordar el mismo, Nacho Arroyo, Pol Molins, y especialmente Edwin Jackson (también ‘Slava’ Kravtsov al principio), emergen como refuerzos de lujo. La sensación de que abordar el ‘Oro’ es posible se presume desde el principio de curso. Una fantástica fase regular (segundo del Este, la mejor clasificación de siempre), a la que sigue unos playoffs de fábula (caen sucesivamente La Roda, Ponferrada y Clavijo) así lo ratifica. El Hestia Menorca ya es de LEB Oro, por vez primera. Y la Isla, otra vez, más de un decenio después.