Llegó a la Isla en noviembre, justo después de la incorporación de su compatriota y ahora grandísimo amigo Sean McDonnell. Tras un periodo a prueba en los South Bay Lakers de G-League, Jalen Cone (Greensboro, Carolina del Norte, 2000) puso las maletas rumbo a un destino completamente desconocido para un joven estadounidense que dejaba atrás a su familia y una hija de seis años y que, por si fuera poco, nunca antes había salido de su país. Pero lo hizo a lo grande.
Fue llegar y besar el santo. El combo norteamericano se echó el Bàsquet Menorca a la espalda para convertirse a base de puntos, triples, perseverancia y ambición en una de las principales figuras de la salvación y en el jugador con mejor promedio anotador de la liga (16,4 puntos).
Tras un corto pero intenso primer año, Cone, al que muchos aficionados ya daban prácticamente por perdido antes de que finalizara el curso, no descarta, ni mucho menos, prolongar su estadía un segundo año en la que ya considera su segunda casa.
Menuda temporada se ha marcado, Jalen. ¿Se imaginaba hace un año que viviría todo esto?
—Para ser honestos, hace un año ni creía que ahora mismo estaría en España.
Desde el primer momento en que supe que venía aquí tenía muy claro de qué forma quería jugar y marqué algunos objetivos que quería cumplir a nivel personal. Creo que lo he hecho bastante bien.
¿Cuáles eran esos objetivos?
—El primero era clasificar al equipo a los playoffs. Este es uno de los que no he logrado cumplir, pero espero poder tener otra oportunidad para conseguirlo. El segundo era intentar convertirme en un mejor jugador en diferentes aspectos de mi juego. He aprendido mucho del míster Javi (Zamora) y compañeros como Pol Figueras, Sergio Llorente, Jordan Davis cuando estuvo aquí… Y también de Pol Molins. En definitiva, muchas pequeñas cosas de cada uno.
Sentía que tenía mucho en lo que mejorar y crecer. Cuando llegué a la Isla, el míster enseguida me dejó claro que yo venía aquí para encestar todos los tiros. Así que, si ese era mi trabajo, me puse como meta liderar la liga en anotación. Y lo he conseguido.
¿Se considera una persona ambiciosa? ¿Siempre aspira a lo máximo?
—Siempre aspiro a lo máximo. A lo largo de toda mi vida he estado apuntando a las estrellas pese a que la gente pensara que estaba loco. Siempre parece una locura hasta que lo consigo.
Sé que hay muchos factores que juegan en mi contra. Por ejemplo, mi altura. Pero esto nunca me ha detenido porque siempre he confiado en mi trabajo y mi buen hacer.

En este contexto, ¿cómo se dio su llegada al Hestia Menorca? ¿Qué recuerda de ese proceso?
—Fue gracias a mi agente, Sergi Vidal. Jugó con la selección española y tuvo una gran carrera en la ACB. Tiene muy buenos contactos en España y, de hecho, él y Javi (Zamora) son muy buenos amigos.
Cuando llegó mi momento de irme al extranjero, me comentó ‘creo que te va a encantar España, así que, si se da la oportunidad, vamos a intentar llevarte aquí como primer paso’. Y fue capaz de llevarme a un lugar precioso como es Menorca. No podría haber imaginado un sitio mejor que la Isla para mi primer año.
¿Cuáles eran sus expectativas y sus miedos antes de llegar a la Isla?
—Realmente, no te podría decir cuáles eran mis verdaderos miedos. El mayor cambio era el hecho de mudarme a otro país y especialmente a Europa, ya que es otro continente. Es que no sabía muy bien qué esperar. Siempre ves cosas buenas y malas en redes sociales y en la prensa, pero nunca sabes si donde vas a estar ocurren las buenas o las malas. Nunca había oído nada malo de España, pero al fin y al cabo, para mí es un territorio extranjero. El hecho de estar solo y alejado de mi familia y mis amigos era lo que más temía.
Hice un poco de investigación acerca de Menorca antes de venir y vi lo hermosa que era por las imágenes. Por esta parte, estaba muy emocionado y ansioso de llegar a la Isla, que sobrepasó mis expectativas nada más aterrizar: la belleza de su mar, sus playas, sus paisajes… Pero lo que realmente ha superado todas mis expectativas ha sido la gente. Desde un primer momento, mis compañeros de equipo y el cuerpo técnico me recibieron con los brazos abiertos. Y eso se trasladó a la afición, que ha sido muy acogedora y amable conmigo.
En el apartado baloncestístico, mi primer partido fue un debut brillante en una pista complicada (24 puntos en la derrota 91-81 en Burgos contra San Pablo). Después tuve unos cuantos partidos que me costaron un poco más, pero los aficionados tuvieron paciencia conmigo. Incluso en el día a día, cada vez que me acercaba al supermercado o daba un paseo por el centro o el puerto, me apoyaban. ¡Hasta me recomendaban qué calas visitar por redes sociales!
Maó y Menorca se han convertido en mi segunda casa. Me he enamorado de la Isla, su comida, su cultura y su gente.
¿Había vivido una conexión así anteriormente?
—Siempre había tenido una gran química con los aficionados y una gran implicación con la comunidad, participando en actividades con escuelas locales o incluso los propios fans.
Pero esta conexión con Menorca creo que ha sido más genuina y mejor porque la Isla, al ser pequeña, invita a ello. Todo el mundo se conoce entre sí y la química es más familiar.
Conocer a los aficionados, los niños... ¡los restaurantes, que también apoyan al equipo! Ha sido realmente increíble. Repito, Menorca se ha convertido en mi segunda casa y en mi segunda familia lejos de mi hogar.
¿Zamora le había comentado algo sobre esto antes de fichar por el Bàsquet Menorca?¿Cómo fue su primer acercamiento?
—Cuando el míster y yo hablamos me dijo lo maravilloso que eran la Isla y su gente. También la seguridad que existe en este lugar. Pero, como decía, es una de esas cosas que realmente no puedes saber lo increíbles que son hasta que las experimentas por ti mismo. Esta experiencia en la Isla ha sido mejor de lo que jamás podría haber imaginado.
Imagino que le encantaría que su hija estuviera aquí con usted.
—Por supuesto. Le he dicho a mi familia que no importa lo que pase, que vamos a ir todos a Menorca. Y me encantaría traer a mi hija aquí algún día, así podría vivir todo lo que yo he vivido.
Además, le encanta la cultura española. Aquí la podría abrazar por completo con la comida, el idioma, el resto de niños… Estoy enviándole fotos constantemente. El otro día estaba haciendo una vídeollamada con ella mientras se dirigía a la escuela y me decía ‘¡mira papá, sé contar hasta diez en castellano!’. ¡Y lo hizo! No veo el día en que por fin vengan mi hija y el resto de mi familia. ¿Quién sabe lo que depara el futuro?
¿Habla español mejor que usted?
—No (risas). Mi español está mejorando. Voy a intentar apuntarme a clases en los próximos meses para poder hablar y comunicarme mejor con todo el mundo.
¿Y qué me dice de sus compañeros? ¿Ha sido fácil llevarse bien con ellos pese a la barrera del idioma?
—Madre mía... ¡Ha sido fantástico! Se lo digo a absolutamente todo el mundo que me pregunta: este ha sido uno de los mejores vestuarios en los que he estado, si no el mejor de todos. A final de temporada, cuando la partimos por última vez en Valladolid y estábamos en el vestuario a punto de irnos del pabellón, Marko Lukovic dijo: «Chicos, este es el mejor grupo en el que he estado en mi vida». Lo decía por la calidad humana y por las relaciones que han surgido entre nosotros.
Y para mí este es un grupo de chicos fenomenal. He creado vínculos y relaciones que van a durar toda la vida. Y no solo con los jugadores. También con el ‘staff’: Lipe (Cristóbal), el míster Javi (Zamora), David Lee, Paula (Domínguez), nuestro fisio Adán (Febrer), Lola (Maiques), Miki (Ortiz)… no me quiero dejar a nadie, pero es que podría nombrar a todos los empleados. Les doy las gracias a absolutamente todos los implicados con el equipo y que han contribuido a crear unas relaciones prácticamente familiares.
Por otro lado, está claro que su compatriota Sean McDonnell ha sido crucial en su adaptación, pero usted siempre ha hablado de Pol Figueras como su mejor socio dentro y fuera. ¿Cómo es su relación?
—¡Es mi chico, ‘Figui’ es mi chico! ‘Figui’ es como ese primo loco o hermano pequeño molesto (risas). Simplemente tenemos esa gran relación. Siempre intento hacerle reír y sonreír, incluso en esos momentos en los que tan solo tratamos de relajarnos: en las concentraciones, primero mira alrededor de toda la habitación y luego se me queda mirando fijamente y se empieza a reír él solo porque estoy haciendo alguna tontería.
Es uno de mis mejores amigos en el equipo, siempre ha estado ahí para intentar ayudarme y guiarme por el buen camino. Ha hecho grandes cosas, ha jugado en ACB y me ha enseñado un montón en la posición de base e incluso en la de escolta. Además, es una persona que me entiende.
Cuando estamos jugando juntos, siento que no le tengo que decir absolutamente nada porque ya sabe lo que voy a hacer. Tenemos esa conexión, una de esas cosas que no puedes enseñar. Y fuera de la pista es un gran tío, un gran amigo. Sé que puedo contar con su amistad de aquí en adelante.
El triunfo en Valladolid supuso un alivio tremendo. ¿Pero alguna vez pensó en la posibilidad de descender?
—Sinceramente, nunca se me pasó por la cabeza hasta que llegamos a un punto en el que podíamos descender si se cumplían los resultados de terceros. Ya no dependíamos de nosotros mismos (San Pablo Burgos en casa). Solo en ese momento tuve algo de miedo porque existían varios factores que escapaban a nuestro control.
Pero nunca estuve realmente preocupado o asustado porque conocía perfectamente la capacidad de nuestro grupo, un gran ‘róster’ con un gran cuerpo técnico. Hubo varios partidos que se nos escaparon por un par de puntos o que acabamos perdiendo en el último momento. Ahí pensaba ‘si somos capaces de remontar por lo menos la mitad de estos partidos, estamos en playoffs’. Ni siquiera tenía en cuenta la posibilidad de descender.
Pero, al fin y al cabo, así se ha ido desarrollando la temporada. Ha sido algo bueno para todos: nos ha puesto en una situación muy dura que hemos afrontado con fe y compromiso. Y no solo me refiero a los jugadores, sino al cuerpo técnico e incluso la afición.
Pero insisto, el descenso no me llegó a preocupar de verdad porque me dije a mí mismo ‘no me importa lo que tenga que hacer para salvar a este equipo, tan solo voy a hacerlo’. Mantener a la Isla en Primera FEB ha sido un pequeño y ‘divertido’ reto.
¿La salvación abre la puerta a su continuidad en el equipo?
—Sinceramente, no lo sé. Es mi primer año como profesional y no sé qué va a pasar o cómo se van a ir desarrollando los acontecimientos porque tengo una serie de objetivos personales marcados a largo plazo. Pero como le digo a todo el mundo ahora mismo: Menorca es mi casa y me encantaría seguir un año más.
Amo jugar con este cuerpo técnico. El míster me tomó bajo su ala y me dijo ‘creéme, te voy a cambiar la vida’. Confié en él y es lo que ha acabado pasando. El hecho de que me dijera eso me llenó de confianza y, al ser fiel a su palabra, le estaré eternamente agradecido. A él, a su cuerpo técnico, al club, a la Isla… y a todos aquellos que me dieron esa primera oportunidad y me la continuaron dando pese a los momentos en que pudiera no estar rindiendo tan bien o cometiendo errores en ciertos aspectos. Nunca perdieron la fe y confiaron en mí. Es que me encanta este sitio.
¿Es una decisión que depende únicamente de usted o existen otros factores?
—Aún estamos en una fase incipiente del proceso, pero creo que es algo que depende de ambas partes. El club tiene que tomar una serie de decisiones y yo otras. Pero como digo, el futuro es incierto, nadie sabe qué va a pasar. Es bonito que sea así, ¿no?
No importa si el año que viene estoy aquí o o no. Como si me voy a la luna. Menorca va a ser mi segunda casa. Esa es la principal razón por la que quería hacer esta entrevista, para que cualquier aficionado que lea estas líneas sepa que no voy a dejar esta Isla y que me van a poder seguir viendo, continúe en el equipo o venga durante la offseason o las ventanas FIBA.
6 comentarios
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Un tío que dice que su objetivo era ser el máximo anotador ya te dice lo que mira por el equipo.
¡Ojalá se queden el y su amigo Mc Donnell!
... es un chico simpático, pero por favor, no nos pasemos de peloteo hacia lo menorquín, que nosotros no somos como los españoles cutres de los tiempos del desarrollismo franquista que cantaban eso de "..y que viva Ejpanhaaa" y les preguntaban a todo visitante extranjero por lo que les gustaba de nuestro país para regalarnos los oídos... eso ha envejecico muy mal y da vergüenza ajena... espero que lo que dice lo sea por un sentimiento propio y no por obligación... si de verdad así lo siente, que sepa que ya es un menorquín más, se te saluda, respect...
Pues bienvenidos estos lastres..tú preferirás a jóvenes talentosos como dije o stoilov..fijo
Jonathan Pons RosaApoyo tu opinión, en defensa no aporta nada ya que lo llevan al poste bajo y somos un coladero. Y en ataque necesita demasiado balón y el equipo no juega, solo juega el.
Parece una gran persona y es de admirar su integración en la isla a diferencia del típico jugador americano que viene a jugar a Europa, pero en mi opinión no es el perfil de jugador que necesitamos, demasiado irregular y pendientes de su acierto en el tiro triple es un lastre para el equipo.