El ciclista de Ciutadella se mostró muy emocionado en la terminal aeroportuaria al recibir el cariño de su gente | Ruth Portella

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Ya está en casa. Fredo Portella (Ciutadella, 1960) descansa en su domicilio particular tras haber logrado acabar primero de su categoría Sénior y el 30 en la clasificación de la dura Titan Desert 2014, dos gestas brillantes para un ciclista muy competitivo y que se ha coronado como uno de los reyes del desierto. Junto a Fredo también regresó ayer el otro 'titan' menorquín, el mahonés Ovidi Pons, que tuvo problemas físicos y no pudo completar la experiencia extrema en el desierto marroquí.

Fredo Portella corrió sin grandes alardes, ya desde el principio, pero con mucha eficacia y constancia. Fue de menos a más. El primer día acabó el 50 y mejoró en cada etapa llegando a entrar el 20 en la etapa de las dunas. El convencimiento de que podía luchar con los mejores –la mayoría de ellos profesionales–, la excelente preparación, momento de forma exhibido, y la suerte, sin problemas mecánicos, han sido aspectos decisivos para dar la campanada en uno de los retos más duros del mundo. Un evento que empezaron 440 deportistas, de los que casi un centenar tuvieron que retirarse, con graves problemas de gastroenteritis, desvanecimientos y llagas. Ayer, Portella, tras 30 horas en bicicleta y en pleno desierto, visitaba «Es Diari» para relatar su experiencia.

¿Cómo se encuentra?
–Estoy cansado pero no me noto muy mal. Dormir en casa me ha ayudado, pese a la fiesta que me prepararon el sábado. Me he recuperado, ya sin ajetreos. Es un cansancio general, porque no he tenido lesión alguna y he estado bien.

Es que le ha salido muy bien todo, ¿no?, mecánica y físicamente. ¿Cuestión de suerte?
–Sí, porque he visto de todo. Gente con pinchazos, caídas, averías... Mis materiales, la bicicleta es muy buena, pero sobre todo ir muy concentrado porque hay mil 'piedrecitas', los demás participantes, etc. Siempre con la vista en la rueda delantera. Y sí, me ha ido bien físicamente porque ha habido gente que ha sufrido. Entrar en el hospital habilitado era dantesco: mareos, llagas duras en glúteos y nalgas, de todo. He visto imágenes dantescas.


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