Un hecho similar no parece tener cabida, afortunadamente, en el ámbito balompédico insular. Así se desprende tras pulsar la opinión de Pau Carbonell, delegado del comité de árbitros de la Federació de Futbol de les Illes Balears (FFIB). «No hay insultos racistas en los campos de fútbol de Menorca», afirma.
«Menorca es muy tranquila en este aspecto, el público no tiene actitudes racistas», refuerza, «en nuestro colectivo figuran dos árbitros de origen marroquí y nunca he recibido de ellos queja alguna por este motivo».
Sin embargo, el insulto recurrente y gratuito -directo o a algún familiar- sí sigue siendo un elemento común en las estadios menorquines, aunque carezca de connotaciones discriminatorias por cuestiones étnicas.
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Una mentirijilla del señor Carbonell, el sabe que un árbitro suyo suspendió un partido por insultos racistas, y el clásico "moro de mierda, puto sudaca, o vuelve a tu país muerto de hambre" se escuchan también en los estadios Menorquines. Y las pruebas están reflejadas en las actas que confeccionan los árbitros al final de cada partido.