Quel Enrich se abraza a Pere Vadell a la conclusión del derbi del domingo; el carácter numantino del técnico, clave para no arrojar la toalla. | Josep Bagur Gomila

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Imposible es un estado mental. Y los entrenadores disponen de herramientas psicológicas y motivacionales para tergiversar esa sensación en el jugador y fijar como factible un objetivo apriorísticamente quimérico. Así razonan estos días diferentes expertos en alto rendimiento deportivo a la hora de analizar, en un plano profesional, las probabilidades de que el Barcelona de Luis Enrique obtenga el miércoles una clasificación que sería histórica frente al PSG y que requiere, nada menos, de remontar el 4-0 adverso de la ida. Si se cree, es posible, sentencian.

A un nivel más modesto, la situación del Penya Ciutadella un par de meses atrás probablemente estaba envuelta de un halo pesimista similar y de un carácter irreversiblemente negativo. Sin embargo, el triunfo obtenido en el campo de Sant Martí (0-2) -primero desde que milita en Tercera División- no ha hecho si no reforzar la credibilidad y la ilusión de un grupo que decidió no arrojar la toalla, incitados por el carácter numantino de su entrenador, Pere Vadell.

El día 19 de noviembre de 2016, jornada 16, el estadio de Son Marçal asistía a la décima derrota consecutiva de su equipo. Frente al Felanitx (2-3) y en el tiempo añadido. En la grada y sobre el rectángulo de juego, ambiente de funeral.

Pero alguien decidió que el vocablo «rendirse» no tenía cabida en el diccionario del vestuario. Se presionaron un par de teclas y el equipo azul empezó a cosechar kilos de confianza que le han impulsado, de momento, a abandonar el farolillo rojo de la clasificación y a avistar un horizonte lejano, pero menos, el de la permanencia, tras un ejercicio combinado de fe y, claro está, resultados positivos.

Y el grupo del que tira, infatigable, Pere Vadell ha definido una trayectoria ascendente y unos números alentadores. El balance en los últimos trece partidos es de 3 victorias, 6 empates y 4 derrotas; 15 puntos sobre 39 posibles (38,4 %). En las dieciséis jornadas anteriores, la producción fue de 2 victorias, 1 empate y 13 derrotas; 7 puntos sobre 48 posibles (14,5%).

El contraste numérico es tanto o más revelador en el apartado goleador. En la franja del calendario que delimita hasta la décima derrota consecutiva (16 jornadas), el Penya apenas marcó 13 goles y, en cambio, recogió el balón del interior de su portería en 46 ocasiones. En las trece semanas siguientes, el balance acumulado prácticamente se ha equilibrado: 16 goles a favor, por 20 en contra.