En ese sentido, Izquierdo asegura que, al finalizar el partido se dirigía a los vestuarios para encontrarse con sus jugadores, tras saludar al entrenador del equipo rival, cuando escuchó que el árbitro, Santi Porqueras, refería unas palabras malsonantes a sus jugadores, tales como «cómeme los huevos», además de «alzar el puño de manera violenta con la intención de dar un puñetazo» a uno de sus futbolistas, abunda el entrenador del Alaior sub 19.
Fue entonces, y motivado por un «acto reflejo», cuando Izquierdo, «le apartó el brazo (al árbitro), a lo que él vuelve a encararse con el jugador, con mirada amenazante y con la intención de agredirle».
«Es entonces cuando se aleja al árbitro con la intención de evitar la agresión al menor, retrocediendo el árbitro a un metro, y sobre todo, siempre está de pie; por lo tanto, el árbitro miente, ya que este no se cae encima de nadie, por lo que de nuevo se está faltando a la verdad en el acta», detalla Izquierdo, tras lo cual, sigue en su explicación, «el árbitro no aparta la mirada del jugador y agresivamente vuelve a dirigirse a él con el puño cerrado», lo que propicia que en ese momento «coja al árbitro de los dos hombros intentando que no vaya a por el jugador», anota el entrenador.
Izquierdo quiere dejar claro que «el árbitro intenta escabullirse e ir a por el jugador», y es entonces cuando se lo lleva «a su vestuario, sin ningún tipo de agresividad y sin ninguna intención de agredirle. Y en ningún momento se le estampa contra la pared, ni contra la puerta, ni contra nada, como dice el acta del partido».
«Una vez frente a su vestuario y con mis dos manos puestas en sus hombros le digo: ‘¡Santi, que eres el árbitro, que eres el árbitro!' Es entonces cuando veo que (el árbitro) se da cuenta del error que ha cometido, le cambia la expresión facial, me pide perdón, admite que se ha equivocado y se marcha de forma llorosa», prosigue Izquierdo, que paralelamente advierte como «se está produciendo un linchamiento a tres de mis jugadores, en el que cada vez participa más gente».
El entrenador del Alaior, que además asegura que «hubo partes de denuncia y de lesiones a la Policía Nacional», alude a que entonces «empezaron a acercarse adultos, que invadieron el túnel de vestuarios con gestos y movimientos corporales muy, muy agresivos, y amenazas muy fuertes hacia los jugadores», lo que le instigó a llamar «al 112, viendo que la situación iba a más», e insiste en que fue él mismo «quien llamó a la policía», a diferencia de lo que sugieren desde el colectivo arbitral, y de lo que consta «un registro de llamada de más de dos minutos».
Izquierdo asegura también que, ante la tensión del momento, trató de apaciguar, haciendo «gestos de calma», pero que pese a ello se vivió «una situación de pánico», y en la que además el delegado del equipo albinegro, «recibió un puñetazo».
Por último, al margen de poner en cuestión las manifestaciones del colectivo arbitral en relación a la ayuda que Marcial Pérez, director deportivo y coordinador del CD Menorca, prestó a Santi Porqueras, Javi Izquierdo interpreta que las lesiones de espalda que sufrió el árbitro, pueden tener su origen «en la pelea que se formó en el túnel de vestuarios, al estar en medio», pero matiza que el colegiado «no cayó encima de nadie» y «puede que se lo esté inventando, ya que no hay un nexo causal entre las lesiones físicas y mentales que dice tener, y la supuesta y falsa agresión a la que hace referencia».
Izquierdo interpreta que la ansiedad que ha padecido el árbitro podría ser consecuencia de haber querido «ocultar su intento de agresión a un menor de edad o porque los hechos se le fueron de las manos y le superase la situación». Lamenta que el Colegio de Árbitros y la FFIB no hayan tenido en cuenta la otra versión de los hechos a la hora de posicionarse sobre esta polémica, y advierte que se reserva el derecho a emprender las acciones legales «necesarias para llegar al fondo y al final del asunto».
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