Con un mes de vida, Joan Cardona Méndez (Barcelona, 1998) ya realizó su primera travesía náutica entre Barcelona y Menorca. Pudo ser premonitorio, una señal de lo que iba a pasar años después. De su padre heredó el amor por el mar y navegar, y ya bien pronto, con 6 años, se inició en la vela dentro del Club Marítimo de Mahón, siguiendo los pasos de su progenitor, donde empezó a forjarse la pasión que le ha llevado hasta la gloria olímpica en la otra punta del mundo. Ese bronce culmina años de sacrificio y trabajo que han hallado recompensa en el escenario soñado. | Real Club Náutico de Palma

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Con un mes de vida, Joan Cardona Méndez (Barcelona, 1998) ya realizó su primera travesía náutica entre Barcelona y Menorca. Pudo ser premonitorio, una señal de lo que iba a pasar años después. De su padre heredó el amor por el mar y navegar, y ya bien pronto, con 6 años, se inició en la vela dentro del Club Marítimo de Mahón, siguiendo los pasos de su progenitor, donde empezó a forjarse la pasión que le ha llevado hasta la gloria olímpica en la otra punta del mundo. Ese bronce culmina años de sacrificio y trabajo que han hallado recompensa en el escenario soñado.

Esperaba toda la semana con ansia la llegada de los sábados, que exprimía al máximo con sus compañeros de Optimist, la academia de los futuros campeones como Cardona, que en las categorías de formación empezó a forjarse un palmarés basado en su carácter competitivo ya desde niño.

Con quince años, tomó una decisión clave en su carrera deportiva y su vida personal. Dejó Menorca para mudarse a Mallorca, al Centre de Tecnificació, y apostar por la vela de alta competición. Encontró el apoyo del Real Club Náutico de Palma, con personas como Manu Fraga o Hugo Ramón, y empezó a pulir su talento y estima por la vela, unido a un físico portentoso que le hizo avanzar pasos hasta encontrar su espacio, tras un paso por el Laser, en la clase Finn, la que le podía abrir las puertas hacia los Juegos Olímpicos.

Admirador de Tom Stingsby o la leyenda olímpica Ben Ainslie y buen jugador de golf, focalizó sus miras en la última oportunidad para competir con el Finn en la gran cita, buscando hacer realidad su sueño en Tokio, un objetivo que focalizó como prioritario y que no estuvo exento de obstáculos, más allá de la pandemia, que le permitió ganar un año de madurez y crecimiento hasta llegar en verano de 2021 a Enoshima.

Por el camino, un dominio abrumador en la categoría júnior y Sub 23, títulos y podios europeos y mundiales, el más llamativo el de e-sailing de 2020. El gran examen fue el Mundial de Portugal, en 2021, el clasificatorio para Tokio, el que ponía sobre la mesa las últimas plazas y buena parte de las ilusiones y sueños de un Cardona enorme en aguas atlánticas.

Allí, su subcampeonato, esa plata, le permitió presentarse al mundo como un potencial medallista olímpico y un referente dentro de un Finn que viviría meses después sus últimos Juegos, la antesala a nuevos retos para un Cardona que ya probó suerte en proyectos como el Spain SailGP.