Lionel Messi recibe instrucciones del seleccionador argentino, Lionel Scaloni, durante el partido contra Países Bajos de cuartos de final del Mundial. | KAI PFAFFENBACH

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Las mil y una noches transcurren en oriente. En oriente vivió Lionel Messi su partido número 1.001 y, como en los cuentos medievales, voló en la alfombra de su magia para elevar todavía más su leyenda y conducir a Argentina hasta semifinales del Mundial de Qatar.

No fue un camino entre rosas. Fue una agónica aventura que comenzó bien, encaminada por el de Rosario, pero que obligó a Argentina a pelear hasta el final, hasta una agónica tanda de penaltis para que la noche mil y dos de su líder también tenga lugar en oriente. Fue el epílogo a la agonía, el final de un cuento que acabó bien pero que mantuvo la intriga hasta el final, hasta el último suspiro.

El genio de la lámpara, el que aparece para iluminar la noche oscura, cuando la penumbra esconde las salidas, había encontrado el resquicio por el que conectar con Nahuel Molina para abrir la cueva de Alí Babá que conduce a todos los tesoros. Y sin bajar de su alfombra voladora, por la que surcó los cielos del desierto, anotó de penalti el segundo tanto para redondear la fiesta que canta a su gloria Sherezade.

Fue su décimo gol en un Mundial, con lo que igualó en la cima de los artilleros argentinos con Gabriel Batistuta. Lo hizo el mismo día en el que se enfundó en su brazo el brazalete de capitán por decimoséptima vez, superando a Diego Maradona.

Y consiguió su triunfo 16 en un Mundial, con lo que se quedó a uno del récord que ostenta el alemán Miroslav Klose, que también es el máximo anotador en esa competición con 16 dianas. Ese queda pendiente para la semifinal contra Croacia.

Como Aladino, Argentina no tiene más que invocar a su ídolo para que este acuda a su rescate, aunque esta vez compartió heroísmo con el meta Emiliano Martínez, que emergió en la tanda de penaltis. Pero Messi sigue siendo quien tira del carro. En los últimos nueve partidos de la Albiceleste, el de Rosario ha marcado 14 goles y regalado cinco asistencias a sus compañeros. En total, el genio suma ya 790 tantos y 347 pases decisivos.

Pocos días después de haber marcado en octavos frente a Australia su primer gol en partidos a eliminación directa, Messi regaló su quinta asistencia, más que nadie en los partidos del KO en un Mundial, superando al brasileño Pelé.

Ante el grito de 40.000 argentinos que teñían de albiceleste las onduladas gradas de Lusail, el imponente estadio que emerge entre el desierto y el mar, Messi volvió a ser el héroe.

Por segunda vez en su carrera, Messi jugará las semifinales de un Mundial, dos años después de haber conducido a Argentina a la Copa América que puso fin a 28 años de sequía de títulos. La última vez que Argentina superó los cuartos alcanzó la final, en aquel Mundial de Brasil 2014.

Messi quiere exprimir hasta el final su último Mundial. Con el triunfo ante Países Bajos se asegura que en las semifinales contra Croacia juegue su partido número 25 en esta competición e iguale así el récord del alemán Lothar Matthaus. Una marca que superará si alcanza la segunda final de su carrera y, entonces sí, pueda hacer realidad su sueño en oriente, donde transcurren los cuentos de las mil y una noche.