El entrenador del Avarca de Menorca, Bep Llorens, se dirige a sus jugadoras durante un partido de esta temporada.  | Josep Bagur Gomila

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El Avarca de Menorca no disputará esta temporada la Copa de la Reina 2022, que acogerá Lugo en el mes de febrero del próximo año. Lamentablemente, la contundente derrota encajada por el equipo que entrena Bep Llorens ante el líder de la Liga Iberdrola, el Gran Canaria Ursaber (3-0), en la pasada jornada de la competición doméstica, undécima y última de la primera vuelta (en la que el equipo de Ciutadella también dependía de otros resultados para poder calificar para el torneo del KO), desactivó la última opción que le restaba al Avarca de poder evitar la gran decepción.

No en vano, del discurso proclamado desde el club menorquín en los prolegómenos del presente curso, con el propio Bep Llorens llevando la voz cantante, y asegurando que estar en la Copa era «uno de los grandes objetivos de la temporada», no se concibe otra lectura. Y las causas de la desazón, varias; los problemas físicos que han arrastrado en diversos fragmentos de la primera mitad de temporada algunas piezas importantes del colectivo, especialmente la argentina y referente del grupo, Maira Westergaard (la dependencia del equipo en relación a la argentina es considerable, y ella misma admite en la edición de hoy de este diario que no estar en el torneo del KO ha sido un muy duro revés), una pretemporada mal planificada (como incluso comenta alguna integrante del equipo), la gestión de recursos llevada a cabo desde el banquillo, y por supuesto, el superior nivel mostrado por equipos que a priori, en el preludio de la campaña, se advertían de un nivel inferior al Avarca, han derivado en una combinación fatal para el proyecto alojado en Ciutadella; de hecho, el mal arranque liguero protagonizado por el equipo que entrena Bep Llorens, el peor en la cronología del club a lo largo del último decenio, y en lo que tuvieron directo influjo algunos de los aspectos analizados, resultó premonitorio de lo que estaba por venir.

El Avarca ha cerrado la primera vuelta en séptimo lugar de la clasificación, fuera del corte que concede derecho a competir por el primer título de la temporada dentro del ámbito español.

Torneo maldito

Así pues, la Copa, un torneo históricamente esquivo para el club menorquín (el Avarca nunca ha podido alzarse con el título, sobre cuatro finales disputadas, incluidas dos como anfitrión) acentúa e incrementa en este curso 2021-22 su condición de cita maldita en clave insular. Más que nunca, puesto que si en años precedentes el Avarca siempre terminó pereciendo en la orilla, cuanto menos habitualmente lo hizo con presencia en el torneo, lo cual esta vez no ha sido posible, trascendiendo por añadidura como la tercera opoortunidad en los últimos siete años en el conjunto de Ciutadella no consigue plaza para el torneo del K.O, (una cita que además del componente deportivo, contextualiza un grado de promoción fundamental para los patrocinadores, parejo al que supone disputar la final por el título de liga, por lo que la decepción alcanza más allá de la pista).

Sin embargo, no queda otro horizonte que mirar adelante. Falta toda la segunda vuelta de competición, margen suficiente para que el Avarca, provisto de una de las mejores plantillas del país, pueda recuperar terreno y afianzarse en la zona de playoffs. No en vano, la mejoría del colectivo ha sido plausible en las últimas semanas en cuanto a registros (antes de ser vapuleado en Gran Canaria, el equipo menorquín hilvanó dos triunfos y mejoró su imagen en relación al primer mes y medio), y probablemente, de no haber delineado un arranque de curso tan discreto, se habría granjeado una plaza para el torneo del KO. Sin embargo, la realidad es otra y no admite cuestión; solo queda la liga para un Avarca que, lamentablemente, no irá de Copas.