TW
0

CNN Plus echa el cierre y nadie se inmuta. Triste pero cierto. Crudo y más real de lo que vomitan determinadas cadenas. Cuando uno muere deja de existir, y más pronto que tarde pasa a formar parte de la nada terrenal. A propósito del fallecimiento de la frecuencia informativa del Grupo Prisa esperaba que corriesen ríos de tinta, ¡qué digo ríos!, océanos enteros deberían haberse escrito al respecto cuando se anunció que el 24 horas deGran Hermanoiba a relevar las noticias de un equipo de profesionales.

Entiendo que en menesteres empresariales privados uno no pueda ni deba meterse. Sobre todo si se trata de los suculentos cuartos que atañen directamente alprime timeo al minuto de oro, los más codiciados del nuevo pastel televisivo. Pulula en la pequeña pantalla un anuncio animado e idílico sobre cómo la familia de Telecinco acoge a un desamparado Canal Cuatro que se ha quedado sin hogar. Lo invitan a entrar en su nueva morada y juntos viven felices y comen perdices.

De vacas flacas y peces
En un campo mediático de vacas flacas es obvio que el pez grande acabe comiéndose al pequeño, pero lo que preocupa del caso no es el continente ni sus mil y una triquiñuelas por subsistir sino el contenido que, por obra y gracia del telespectador, solventa la papeleta de las privadas.

Ustedes habrán oído a los tertulianos serios llenarse la boca en plató con aquello de: "Tenemos la televisión que nos merecemos". Razón no les falta. La telebasura vende más que un telediario. Y sino que alguien me explique por qué un chaval con cara de bobo, vestido con todos los colores del arco iris y una gorra del revés al estilo del Príncipe de Bel Air ocupa más minutos de parrilla que un reportaje de investigación periodística.

En mi época de estudiante en Madrid, los aprendices de periodista bajábamos de madrugada a por provisiones al 7-Eleven. La cadena de locales abierta en la capital las 24 horas del día era como un oasis en medio de una tenebrosa noche de estudios. No sé por qué extraña razón los alumnos universitarios se convierten en noctámbulos engullidores deporqueríasvarias por las que los 7-Eleven siempre fueron un férreo aliado de juergas y exámenes. Pues bien, no puedo sino comparar el 24 horas del ojo que todo lo ve –aquel del que George Orwell ya nos advirtió en 1984– con la dosis diaria de telerrealidad que necesitan los adolescentes y muchos tantos otros adultos de hoy.

Allá cada cual con su conciencia. Aunque supongo que, una de dos, o los grandes directivos ni tienen ética ni pesar alguno por su toma de decisiones; o bien no han visto un programa de éstos en su vida, pues parece ser que en los últimos tiempos televisivos cuando elcashaprieta hay que ingeniárselas como sea para que la manivela siga girando.

Por suerte, en el barrido de profesionales no se han llevado por delante a Jon Sistiaga –uno de mis favoritos–. El periodista que entró en Informativos Cuatro en 2005, y que dirigía y presentaba el excelente espacio semanal de reportajesREC Reporteros Cuatro, pasa a Canal Plus para dar un impulso a los documentales de producción propia. ¡Menos mal!

Optimismo aún nos queda, pero con estas noticias a una se le queda la cara del mismo bobo deGran Hermano. Un semblante tal que viene dado por una nueva forma de hacer comunicación, y por muy bueno que seas te pueden dar la patada igual pues hoy de lo que se trata es de vender.

Mariposas en el estómago
A propósito de CNN Plus recuerdo una entrevista con Francisco González Basterra, quien fuera director general de la cadena y director de Informativos de Canal Plus. Entonces me habló de que este es un oficio de "mariposas en el estómago". Ahora me pregunto dónde se esconde toda esavidillaprofesional, y por qué no son los temas importantes los que disponen de una emisión ininterrumpida.

¿Qué está pasando? Fácil. Nos están vacilando, a todos: informadores y telespectadores.