El público despidió al barítono de pie, con emoción y cariño, y Joan Pons apareció radiante | TONI BOFILL

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Las últimas notas del barítono Joan Pons en el Gran Teatre de Liceu de Barcelona, que el jueves fue el escenario de un homenaje a la prolífica carrera del menorquín, fueron emocionantes y a la vez tranquilas, sin estridencias ni dramatismos. El cantante se integró en el anonimato de un gran coro, formado por compañeros de profesión de toda su trayectoria, donde estaban su mujer y su hijo, diversas generaciones de miembros del Cor del Liceu y la Capella Davídica.

En un gesto humilde, ya que la estrella casi pasaba desapercibida entre la multitud de cantantes que entonaba 'Va pensiero' de «Nabucco» de Giuseppe Verdi, Pons recordó así sus inicios en el coro del Liceu, antes de convertirse en una figura mundial, consolidada en el año 1980 al protagonizar «Falstaff» en la Scala de Milán.

«Habrá siempre un 'Falstaff' de Joan Pons», señalaban grandes nombres de la música clásica, como el director Riccardo Muti, el tenor Josep Carreras, la soprano Montserrat Caballé, el compositor Antoni Parera Fons o Plácido Domingo, en un documental que se proyectó en el Liceu y donde se resumían las hazañas del barítono.

En su última actuación, Pons estuvo acompañado en escena por grandes cantantes como los tenores Josep Bros y Fabio Armiliato, la mezzosoprano Dolora Zajick, la soprano Daniela Dessi, y el bajo Simón Orfila, entre otros, en un recital que en la recta final se transformó en una extensión de Menorca, con la sentida interpretación de Pons de «Escolta es vent» de Ortega Monasterio. «Se ha convertido en una pieza clave para cerrar los recitales y recordar mi Menorca», declaraba el barítono. «Entre bambalinas, el comentario más general es que nadie entiende por qué se retira», dijo el televisivo Ramon Gener, conductor del acto.

Joaquim Molins, presidente del Patronat del Liceu, entregó a Pons una estatuilla en forma de sillón, por más de 30 años de carrera al nivel más exigente, vinculada al teatro catalán. El público despidió al barítono de pie, con emoción y cariño. En un cóctel posterior al recital, Joan Pons apareció radiante, con una sonrisa dedicada a toda una gran carrera.