Lola Mir, Àlvaro Cardona, Margarita Orfila y un profesor | Gemma Andreu

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«Estamos en 1916. En una de las frías tardes del mes de marzo, coincidimos en el saloncillo del antiguo local del Ateneo (...), D. Pedro Ballester, D. Teodoro Guarner y el que estas líneas suscribe; agotados los temas de conversación se tocó incidentalmente el de la música, que por aquel entonces iba ya de capa caída...». El extracto corresponde a una escrito de Jaime Albertí Moncada, el que está considerado como el más importante de los socios fundadores del Grup Filharmònic de Maó, entidad ligada desde sus inicios al Ateneu de la misma ciudad y que este año conmemora su cien aniversario.

Así, la agrupación, fruto de las inquietudes musicales de algunos de los socios de la centenaria entidad cultural mahonesa, dio sus primeros pasos bajo la presidencia de Antoni Victory. Nacida como una pequeña agrupación de cámara integrada por músicos profesionales, ha evolucionado durante el último siglo para englobar agrupaciones «tan variadas y complejas», relatan, como una coral o una orquesta sinfónica, de las que forman parte músicos amateurs, estudiantes y profesionales.


Un millar de conciertos

Después de más de 1.100 conciertos interpretados por más de 400 músicos, aseguran que se ha conseguido el principal objetivo: «vertebrar y potenciar la rica vida musical de nuestra ciudad y nuestra Isla». Presume su actual presidente, Àlvaro Cardona, de que el Grup Filharmònic «es la entidad musical más veterana de Balears» y confía en que todo el trabajo que se ha desarrollado hasta la fecha «tenga continuidad». Es por ello que pide «la máxima implicación de las instituciones y la sociedad menorquina» para celebrar la efeméride tal y como la institución se merece. La primera acción fue anunciada ayer, un ciclo de conciertos que comenzará a finales de este mes y se prolongará hasta noviembre en el que se repasará con diferentes repertorios las cuatro etapas históricas que ha vivido la entidad.

Explican desde la entidad cultural, que desde 2005 funciona con un régimen separado al del Ateneu que le permite acceder a subvenciones, que «al mismo tiempo que crecía, sus objetivos han ido cambiando desde que arrancara en 1916, cuando la agrupación era «prácticamente», señalan, «la única forma que tenían los mahoneses de acceder a la música clásica».