Imagen de los trabajos realizados en 2011 gracias a la financiación estatal a través del Plan Nacional para la Elaboración de Cartas Arqueológicas Subacuáticas, una campaña que duró 15 días. | D.B.

TW
0

Después de un paréntesis de cinco años, el pasado domingo se retomó la campaña de excavación subacuática de Binissafúller, en el litoral del término municipal de Sant Lluís. Y para suerte del equipo encargado de llevar a cabo el trabajo, después de una primera inmersión se ha podido constatar que todo estaba igual que lo dejaron «aunque con más arena», explica uno de los directores de la excavación, Octavio Pons Machado.

El pecio de un barco de la época púnica se descubrió en la década de los 60, y desde entonces se han llevado acabo diferentes intervenciones arqueológicas en el yacimiento. La primera tuvo lugar en 1975 con la Universidad Complutense de Madrid y el Centro de Investigaciones Submarinas de Menorca y la última en 2011 gracias a una aportación del Ministerio de Cultura.

Explica Pons que, como muchos otros, también han sufrido los efectos «del parón cultural por culpa de la crisis», pero que gracias a que el Consell insular ha recuperado las ayudas, Amics del Museu de Menorca retoma el proyecto con la colaboración también de dos firmas privadas, Binibeca Diving y Nàutica Puig.

La intención es «excavar el máximo posible» para recabar la mayor cantidad de información, avanza Pons, sobre un pecio que a lo largo de las últimas décadas ha sido motivo de polémica por la datación del hundimiento de la embarcación en la costa menorquina.

Así, la cronología es una de las tareas principales del trabajo, aunque con los datos en la mano existentes todo apunta a principios del siglo IV antes de Cristo como fecha aproximada. Además, se intentará arrojar algo de luz sobre otro de los grandes enigmas que rodean al pecio, concretamente el origen exacto de las ánforas ibéricas que ya aparecieron en las excavaciones anteriores y que transportaban vino.

Así, durante las próximas inmersiones aspiran a que el material encontrado ayude a averiguar cómo estaba dispuesta la carga, pero también a seguir recopilando información sobre la arquitectura naval y las características de la construcción del barco púnico, que tal y como recuerda Pons es «arcaico, no clásico; de la clase que se conoce como de casco primero».