La coral de la Catedral, durante uno de los recitales con los que suelen inaugurar la temporada

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Desde hace unos años, debido a la apretada agenda cultural de la época navideña y año nuevo, los responsables de la Capella Davídica de la Catedral de Menorca decidieron posponer su tradicional cita musical hasta una vez pasada la fiesta de Reyes. Así será una vez más, aunque el calendario haya tenido que ser modificado después de que se anunciara que la ordenación episcopal de Francesc Conesa, nuevo obispo de Menorca, había sido fijada para el 7 de enero. Ello ha implicado que el coro de la Catedral, que según explica el presidente de la Capella, Antoni Salvador, «tiene un papel importante en esa ceremonia», haya tenido que posponer su concierto hasta el domingo 15 de enero. Así, lo que hace años se conocía como el concierto de fin de año estará en esta ocasión más cerca de la celebración del patrón de Menorca, Sant Antoni.

Cuestiones de agenda aparte, la gran novedad para el esperado concierto de la coral es la apuesta por «Carmina Burana» de Carl Orff, una pieza que no había abordado antes la Capella Davídica. La cita será a las 19 horas, en la antigua iglesia del Socors.


Todo un clásico

Estrenada en Frankfurt el 8 de junio de 1937, «Carmina Burana», apuntan desde la agrupación coral, «es una obra de gran fuerza expresiva», algo que se atribuye a su carácter ancestral y novedoso al mismo tiempo. Y es que no se puede pasar por alto que se trata de una colección de cantos goliardos de los siglos XII y XIII, reunidos en el manuscrito encontrado en Benediktbeuern en el siglo XIX. Escritos por monjes y juglares, la colección atrajo a Orff por lo diverso de sus versos, que eran tanto humorísticos, tristes como sugestivos. Entre todos ellos, unos 300, eligió 25 y los arregló como canciones para solistas y coro, acompañados por instrumentos y mágicas imágenes.

Los textos, en latín medieval, alemán antiguo y francés, hablan del gozo de vivir, los placeres terrenales, el amor, la fortuna y la naturaleza, entre otras cuestiones. En definitiva, se trata de una obra caracterizada por su riqueza rítmica, «matizada por la métrica cambiante y una dinámica y unos acentos que enfatizan los versos», recuerdan desde la Capella. Compuesta originalmente para orquesta, en la antigua iglesia de Socors sonará un versión reducida hecha por el discípulo de Orff, Wilhelm Killmayer, en 1956 y autorizada por el propio compositor.