Mesa redonda. Iñaki Gabilondo moderó la charla entre Jehan Bseiso, Camille de Toledo y Ponç Pons sobre «Pensar en el Mediterráneo. ¿Qué luces sobre el mundo?» | Gemma Andreu

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El Nobel sale de Menorca con placa y plaza. Quizás tarden las autoridades catalanas o argelinas a las que se tramitará la petición surgida en las Trobades Literaries Mediterrànies que han llevado su nombre para que la memoria de Albert Camus quede plasmada en una placa en Argelia y en una plaza en Barcelona, pero la magnitud de su obra entrelazada con el drama actual en el mar que une a tantos pueblos permanecerá en la memoria de los asistentes a este singular simposio celebrado en Sant Lluís que deja, además, un rincón a la esperanza.

Fue su principal promotor, el exministro Miguel Ángel Moratinos, el encargado de epilogar este lunes el encuentro tras la intervención de la presidenta de la Sociedad de Estudios Camusianos, Agnès Spiquel, que sustituyó a última hora al periodista de «El País», Juan Cruz. Ambos destacaron el extraordinario nivel de todos los ponentes que han sabido profundizar en la obra del premio Nobel de Literatura, sesenta años después de que le fuera concedido, a propósito de las raíces de su abuela materna, natural de Sant Lluís.

Moratinos estableció un decálogo a modo de conclusión en el que destacó la inspiración en los tres ciclos camusianos: el del absurdo de esta realidad horrorosa, el de rebeldía y el del amor. Les trobades, dijo, han permitido conocer las raíces del escritor y periodista, faceta de la que reseñó la lucidez, ironía el rechazo y la obstinación que le caracterizaban.

Apeló, como diría Camus, al pensamiento mediterráneo al que no se debe renunciar pese a los desequilibrios de la Europa decadente, e indicó que el del sur es más rico, más fructífero pese a que tenga más dudas.

La realidad dramática de la guerra estuvo presente en el simposio «y no podemos salir de aquí sin un llamamiento a los gobiernos para que no miren a otro lado ante el horror diario. Nos han vacunado con tantas imágenes, pero es inaceptable que Europa quede inactiva ante la muerte en nuestro espacio común», acentuó el que fuera ministro de Asuntos Exteriores. «Camus luchaba contra la violencia pero es mucho más difícil dialogar para la paz que comerse un trozo de chocolate y decir que están bombardeando un país».

El Mediterráneo debe ser un espacio con sentimientos comunes, «todos somos ciudadanos de este mar y Camus es de los nuestros». Es necesario demoler el muro invisible entre el norte y el sur «y para eso necesitamos una brújula moral». Hay que iniciar el camino hacia una Itaca, «los pesimistas son los esnobs del siglo XXI, algo hay que hacer, recoger y dar el legado camusiano a las futuras generaciones porque no podemos aceptar que todo siga igual.», concluyó.