El artista menorquín Pablo Delcán.

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El menorquín Pablo Delcán aguarda desde su apartamento en Brooklyn a que la ciudad que nunca duerme despierte de la extraña siesta que está echando estos días de pandemia. A pesar de ello, el artista visual no para de recibir proyectos que ahora llegan a su casa, reconvertida en estudio. Algunos para el New York Times con el que colabora condensando un mar de ideas en imágenes concisas que le valieron entrar en la lista Forbes de los 30 menores de 30 más destacados en el área de arte y estilo gracias a sonados trabajos como el articulo anónimo contra Donald Trump escrito por alguien de su misma administración.

¿Cómo se está viviendo la pandemia en Nueva York y cómo le está afectando?

—Nueva York es ahora el epicentro de esta tragedia y he tenido que trasladar mi estudio a casa, como la mayoría de personas. Hemos hecho ya varias portadas de revistas sobre el tema además de ilustrar un artículo para el NYTimes sobre una reportera cuidando de su marido enfermo por el virus. La verdad es que nos está llegando mucho trabajo relacionado con esto.

¿Cómo se instala en Nueva York?

—Cuando acabé Bachillerato en la Escuela de Arte de Menorca estaba mirando escuelas de diseño en Barcelona pero dio la casualidad de que a mi padre le ofrecieron dar clases en la School of Visual Arts de Nueva York, por lo tanto decidí aplicar a esa escuela.

Padre cineasta, madre artista y hermana actriz, ¿Se podría decir que su camino estaba marcado?

—Yo creo que estaba predestinado. Cuando era pequeño mis padres siempre estaban dibujando y a mí siempre me ha gustado y lo que conlleva. Ahora que tengo un hijo me encanta verle dibujar y dibujar con él. Cuando dibujas, la imaginación y el mundo físico se encuentran y es algo mágico.

¿Cómo describe su trabajo?

—Creo imágenes, animaciones y objetos que comuniquen una idea de una manera distintiva y peculiar.

¿Cree en la inspiración?

—Creo que la inspiración solo sirve de excusa para cuando uno dice no tenerla. Yo creo más en el proceso en sí. Para mí lo difícil fue aprender a reconocer el dibujo o la idea que me sorprende.

¿Cómo es trabajar para el New York Times?

—Los encargos son rápidos siempre, muchas veces el proyecto empieza y termina en 5 horas. Es un trabajo donde es importante entender bien el texto, para poder plasmarlo en una idea. La libertad artística es esencial. Disfruto mucho trabajando con periódicos porque me gusta el periodismo y los valores fundamentales que aporta a la sociedad.

También ha trabajado para una editorial, ¿en qué se diferencia del New York Times?

—En el ritmo de trabajo. Publicar un libro es desesperadamente lento. Lo mejor es el diseño de la portada, que transcurre en unos días y luego hay reuniones para hablar de tus diseños, vuelves a enseñar ideas, bocetos, que si el autor quiere que sea una foto del mar, la editora el título más grande... pasas meses tratando de salvar tu diseño o a ti mismo para no hacer una portada predecible.

¿Se mantiene alejado de la carga política de sus encargos?

—Trato de ser fiel al texto, no al autor y su política, sino al mensaje que intenta comunicar. He trabajado en imágenes para artículos escritos por políticos tan diversos como Joe Biden, Gorbachev y el famoso artículo anónimo escrito por una persona de la administración de Donald Trump. Intento ser imparcial.

¿Qué otros trabajos realiza?

—Mi estudio, Delcan & Company, esta dedicado a satisfacer mis propios intereses artísticos que cambian cada año por lo que también lo hace el estudio, los colaboramos y nuestros clientes. Hemos hecho videoclips, animación, identidades corporativas, productos, pósteres para músicos, murales, etcétera.

¿Qué tal se presenta el futuro?

—Creo que el futuro está un poco borroso para todo ahora. El mío pasa por lavarme las manos, por ello creo que no hay mejor momento para estar en el presente y meditar.