Imagen del rodaje de una de las secuencias del corto.

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Àlex Arroyo (Menorca, 2001) tiene 19 años, y se puede decir que prácticamente el último de su vida lo ha dedicado en gran parte a «Sol sol», un cortometraje que supone su debut como director. Un esfuerzo que tendrá su recompensa justo dentro de un mes, el 27 de marzo, con el estreno de esa obra en el Teatre des Born de Ciutadella, a cuyo escenario se subirá también el grupo menorquín Verlaat, que se ha encargado de poner la banda sonora al filme.

«Aun estoy estudiando, pero ello no me ha impedido dirigir un cortometraje comprometido y coherente con quién soy y de dónde vengo», avanza Arroyo, quien actualmente cursa el grado BSc (Hons) Television and Broadcasting en la Universidad de Portsmouth (Reino Unido).

Producido por Ensoldemà Films, «Sol sol» es, en palabras del propio realizador, «una obra autobiográfica, sensible y visual», con un equipo formado en toda su totalidad por jóvenes de Menorca, algo más de 30 personas menores de 25 años a las que está muy agradecido: «En Menorca hay mucho talento y lo hemos querido explotar un poquito».

El corto narra la historia de Xavier (Oriol Enrich), un joven menorquín que no se siente cómodo en su entorno y que con la llegada de un turista catalán (Ferran Simón) intentará resolver sus problemas y explorar su sexualidad «para crecer en un espacio natural como Sa Mesquida», relata el director.

Añade que el proyecto «defiende» la creación de contenidos culturales realizados por jóvenes de Menorca y «muestra» el patrimonio natural de la isla. «Defendemos las Illes Balears y su identidad menorquina, pero también pensando en el futuro. Consideramos importante la difusión de este proyecto para la consolidación de nuestros objetivos», argumenta.

El interés del menorquín por lo audiovisual empezó con la fotografía. Más tarde, descubrió en la Escola d’Art de Menorca que lo que realmente le gustaba era el vídeo: «Me formé trabajando; haciendo voluntariados, ofreciéndome a grabar cosas gratis, quedando con gente de la Isla que tenía algo que contar, quería aprender», recuerda.

Así es como comenzó a sembrar la base de su incipiente carrera. «Me encanta jugar con las composiciones cromáticas pero a la vez me siento muy ligado a la naturaleza de donde vengo. He producido y dirigido este proyecto desde la sensibilidad más sincera. Me he desnudado y he dejado que haga conmigo lo que quiera, me he vuelto vulnerable», concluye el joven director.