El poeta y tipógrafo Damià Rotger, posando para esta entrevista en Palma. | ROBERTO LEÓN

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Llibre d’esvalots (Nova Editorial Moll) es el título que ha elegido Damià Rotger (Ferreries, 1981) el poeta, tipógrafo y, como él mismo se define, lletròman, para su nuevo libro. Toda una declaración de intenciones y un preludio perfecto de lo que encontrará el lector y ahora también oyente. Y es que el autor de Arèola (Premi Bernat Vidal i Tomàs) se convierte en uno de los primeros poetas de la Isla en lanzar un audiopoemario. Así, Llibre d’esvalots es palabra, imagen y poesía a través del prólogo de Vicenç Altaió, las ilustraciones de Mireia Cabaní, los versos de construcciones diversas y la voz de Rotger, que puede escucharse a través de un código QR que incluye el libro. El audio fue grabado en los Estudios Impala, con la producción de Chano Moraes. La presentación se celebrará esta tarde, a las 19.00 horas, en el patio de La Misericòrdia de Palma en un acto organizado por la librería Rata Corner. Rotger estará arropado por Laia Malo y la guitarra de Miquel Simonet.

En el capítulo final del libro, Desgavells, habla sobre el proceso de creación de los poemas. Algunos autores critican que los poemas no se pueden o no se deben explicar, usted en cambio parece que disfruta haciéndolo.
— Estoy de acuerdo en que no se tienen que explicar los poemas, por eso, más que explicarlos lo que hago es ampliarlos, prolongarlos, ya sea con referencias a autores o a músicos a nivel de inspiración. Es una excusa para explicar mi relación con la poesía. He querido transmitir lo que sucede en los recitales, en los que explicas el espíritu del libro.

Entre las referencias y maestros cita, entre otros, a Ponç Pons, Pere Gomila, Àngel Terron, T.S. Eliott, pero también Pink Floyd y Paco de Lucía.
— Es un libro muy dedicado a la energía de la música. El ADN de la portada no es casual. Quería articular todo lo que me emociona y apasiona, la música, el acto poético, la insularidad, el amor, la guitarra, las pérdidas, la añoranza... Todo lo que a priori está disperso está unido por mi sentimiento. No podía dejar que un libro como este dejara fuera mis referencias, mis pasiones o mis obsesiones. He puesto toda la carne en el asador.

¿Y cuál es esa articulación?
— La creación. Al final, me di cuenta de que lo que me emociona y admiro de los demás es la capacidad creativa. Precisamente así empieza el libro, con un poema sobre la creación. Este poemario es una oda o una celebración a la creación en todas sus contingencias. La riqueza de la música y la poesía es que hacen que los imposibles sean más nuestros que nunca. Podemos acceder a aquello que en un principio parecía imposible.

Dice que escribió Llibre d’esvalots entre 2017 y 2020, periodo en el que publicó 482 mm y Arèola.
— Siempre tengo varias cosas en marcha, son procesos de aprendizaje que se nutren uno al otro. Si tuviera que obligarme a focalizar o a domar la creatividad para un mismo canal, creo que la ahogaría. Porque la creación lleva implícita lo periférico, lo abierto. Siempre reivindico que tiene que ser fluido y natural. Aunque que sea natural no quiere decir que surja en el momento. He trabajado muy duro para que los poemas, en el proceso de construcción y corrección, no perdieran su esencia y parecieran naturales. Porque solamente si es natural es creíble para el lector.

La poesía siempre supone desnudarse, pero con Llibre d’esvalots va más allá...
— Ha sido un reto poético y vital hacer esta obra. No quería volver a repetir los otros libros y, en este sentido, quiero destacar que aquí hay un detalle importante de técnica literaria. Es la primera vez que publico diferentes estructuras: decasílabos, dodecasílabos o incluso tridecasílabos, que no tiene tradición en la literatura catalana. Los otros libros se basaban en verso blanco o libre.

Su pasión por las letras también le llevó a la tipografía.
— A mis alumnos siempre les digo que hay una importante tríada. En primer lugar, tenemos las letras, que son el hueso; después, las palabras, que conforman los músculos y, juntas, constituyen el cuerpo. Pero falta la piel, que es la tipografía. La tipografía es el vestido, la forma visual que toman las palabras, es el soporte físico del pensamiento que nace de la necesidad de querer cazar y fijar la oralidad.

Se autodefine como un «lletròman», una palabra que inventó usted mismo.
— Surgió a raíz del libro Lletrescades, un término también inventado para referirme a mis tresques por el mundo de las letras. Lletròman es aquel que tiene el hábito patológico de intoxicarse con las letras o palabras, sea para calmar el dolor o para tener una sensación de euforia. Es como un toxicómano de letras.