El poeta Ponç Pons, el autor Pedro J. Bosch y el editor Joaquin Casanova, el viernes en el Ateneu. | Gemma Andreu

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«A ver cuándo escribes una novela seria». Este es el reto que Jordi Bosch planteó a su padre cuando éste empezó a crear «No creo que vuelva», la novela que el viernes presentó en el Ateneu de Maó. Y todo hace pensar que lo ha conseguido. Ponç Pons afirmó que «combina el toque de humor con la profundidad del desgarro». El autor, Pedro J. Bosch, cree haber alcanzado el objetivo de «dejar un buen sabor de boca» en el lector que llegue a la última página de una obra basada en las memorias de Manuel Acedo, un protésico dental que tiene los días contados por una enfermedad incurable.

El editor de Mira Editores, Joaquín Casanova, que transportó en su coche los libros desde Zaragoza, contó sus «sesenta años en el mundo del libro» (tiene 74) y manifestó su convicción de que «leer te mantiene en forma». En una presentación caracterizada por un sano sentido del humor, explicó un secreto: que casi todos los libros de su amplia biblioteca están firmados por sus autores, no solo porque así tienen más valor, sino porque si los presta es más fácil que se los devuelvan.

El poeta Ponç Pons elaboró una presentación con el mismo tono, serio en lo profundo, y provocando una sonrisa y varias risas al explicar la forma de llegar al fondo. Afirmó que el humor es el antídoto contra el miedo y el discurso dictatorial y la sátira es más eficaz que la ira. Dijo que    «no basta la técnica» para construir una buena novela y valoró la maestría, el don que tiene Pedro J. Bosch para narrar.

El momento más hilarante de la presentación de Ponç Pons fue cuando recordó las últimas frases pronunciadas antes de morir por personajes conocidos, todas ellas con un punto de humor. Como la de Buster Keaton, cuando sus familiares querían comprobar si estaba muerto y uno de ellos dijo: «todos los muertos tienen los pies fríos», a lo que el cómico sin voz abrió un ojo y respondió con un hilillo: «Juana de Arco, no».

Pons destacó el estilo narrativo de Pedro J. Bosch, que calificó de «un hallazgo». Dijo que «hace pensar y sugiere con muy pocas palabras;con una pincelada dice más que no con una gran parrafada».

El autor de «No creo que vuelva» confirmó que ha aplicado una economía del lenguaje que se ha traducido en prescindir de unas treinta páginas en la parte final de la obra. Leyó un fragmento de una de esas páginas perdidas, para llegar a la conclusión de que es mejor intuir que no desvelar al lector todas las incógnitas. «En la primera versión, incluso el gato hablaba». Un gato que, gracias a su nieta Inés, sale en la portada.

Historias personales en el trabajo de documentación

Muchos de los argumentos que construyen el hilo de la novela se basan en historias y personas reales, a las que Pedro J. Bosch recurrió para documentarse. La pérdida del padre, con un amigo que lo sufrió;el espíritu aventurero, con un contrabandista conocido de Maó; la experiencia en la UCI, con alguien que salió de ella; y la visión africana de la muerte, a través de la experiencia del misionero Manolo Bonet. Otros temas son la homofobia o la vida inspirada en el mayo del 68. Aunque el nudo central es una carpeta de la mujer del protagonista donde se lee: «Amor verdadero».