La escritora y profesora de lengua castellana y literatura Conchi Salas Pons.  | S.M.C.

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«Te busco, pequeña y silenciosa, en cada soplo de aire, en cada gota de agua, mar de vientos nobles que apaciguan mis tormentas». Es uno de los versos de «Isla sin mí», el primer trabajo literario de Conchi Salas Pons (Maó, 1976), publicado por Aliarediciones. Poemario que habla de la soledad, enfatizado en esta isla, con poesía con olor a salitre, a mar; los elementos que conforman el universo imaginario de quien busca aquí a alguien que no está. Versos de soledad y de ausencias, o de reencuentro con uno o con una misma. «La poesía tiene tantas lecturas como lectores», afirma Conchi Salas Pons, escritora de madrugada, mientras de día compagina su afición literaria con su trabajo docente en el IES Pasqual Calbó de Maó, donde imparte clases de lengua castellana y literatura. Hasta ahora, había escrito siempre de forma íntima, explica la poeta y máster en Humanidades, el fondo que impregna su obra.

De familia de pescadores, Conchi Salas tiene siempre en su marco poético la condición de isleña; «he nacido aquí y he vivido toda mi infancia junto al mar». El olor de la sal, la arena… Siempre hay una búsqueda de lugares comunes en este poemario, que en parte es de amor, del vacío que deja el amor. Si bien no es poesía de desamor, aclara, sino de lo que se siente o se recuerda o se vive en soledad. Porque, ¿puede haber más soledad que una ‘isla sin mí’? Soy isleña, reafirma, y esta condición impregna la vida y la obra. El poemario «Isla sin mí» es un poema por sí solo, por cuanto que puede leerse seguido como una historia. Una poesía sin esquema métrico, pero con un ritmo pensado y bien narrado.

Su inclinación por la filología hispánica y por el mundo literario nació en el instituto donde cursó bachillerato y COU, el Joan Ramis i Ramis, y con un profesor especialmente como instigador, el también escritor Juan Luis Hernández, quien la acompañó en la presentación del libro hace unas semanas en la Llibreria Sa Catòlica de Maó.

Para la publicación del libro ha contado con el apoyo en la corrección literaria de la escuela de escritura Casa Índigo, con Carla Santiángelo Lázaro como cofundadora, que escribe sobre la obra de Conchi Salas en la contraportada: «Universo líquido; navegantes que sueñan y naufragan. La voz busca a ciegas, imaginando en el viento y en el mar a alguien que no está, que vuelve cuando es acariciado, derramado en la palabra».

La portada del poemario, por otro lado, es un dibujo de un amigo. «Un libro nunca es de una persona sola», afirma esta menorquina, en una relación extraña a veces con la Isla, como una condición casi intrínseca de poeta y de exilio interior o literario. Una relación, explica, de distancia, en ocasiones, pero que no se desvincula de su esencia, buscada en tradiciones como las fiestas de Maó, donde participa, en el corazón de las mismas, con su caballo, que es otra de sus aficiones.

Se confiesa amante de la prosa poética, con escritos que algún día anhela que puedan ver la luz. «Espero que este libro no sea el último». Las próximas presentaciones de este poemario serán este otoño en Ciutadella y en Murcia.