Estuvo trabajando durante ocho años en la Pontas Agency, con sede en Barcelona. | R.C.

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Maria Cardona (Es Castell, 1986) es agente literaria, una de las pocas que hay en nuestro país. Una profesión desconocida e idealizada, avisa, porque, en efecto, no hay tantas. «Hay unas 30 o 35 agencias literarias en España, si lo comparamos con la cantidad de editoriales que hay se ve claramente que no es muy proporcional», cuenta. La menorquina, que reside en Barcelona desde hace varios años ­-«el epicentro editorial»–, es la única española que forma parte de Aevitas Creative Management (ACM), una de las más importantes del mundo con sede en Nueva York, Boston, Washington DC, Los Angeles y Londres. Precisamente Cardona trabaja para la delegación de esta última ciudad. Ha participado en citas tan importantes como la    Feria del Libro de Fráncfort y en marzo participará en la de Bolonia.

¿En qué consiste el trabajo de una agente literaria?
—Representar a los escritores. Somos como los mánagers. Cada agente tiene sus especialidades y sus gustos. En mi caso es la ficción o la no ficción más literaria.

Antes trabajaba en Pontas Agency, con sede en Barcelona. ¿Es diferente el funcionamiento entre agencias españolas e internacionales?
—Son modelos un poco diferentes. Las españolas suelen estar regentadas por mujeres de mediana edad, de entre cincuenta y sesenta años, como Carme Balcells, y luego están los agentes que venden los derechos por proyectos. Mi rol y mi modelo son diferentes, sería como de agente primario. Voy construyendo mi propia lista de autores, a quienes represento, y les gestiono su carrera literaria. Así que mi trabajo va desde leer el manuscrito, intentar venderlo a una editorial en su lengua original y luego tratar que se traduzca al máximo de lenguas posibles.

¿Cómo llegó a ser agente literaria?
—Estudié interpretación y traducción en la Pompeu Fabra y luego hice un máster en edición. Estaba un poco perdida, pero tenía claro que lo que más me gustaba del mundo era leer. Tuve la oportunidad de estar de becaria en Ara Llibres, y luego trabajé en otras editoriales. Es muy díficil entrar en este mundo. Más tarde trabajé en la agencia Schavelzon. La experiencia me gustó mucho.   

En su lista figuran autores como Avni Doshi, Elena Medel, Federico Axat, MartaSanz o María Sánchez.
—Es una lista mitad y mitad, de autores que escriben en castellano o catalán, aunque solamente estáMariaNicolau y me gustaría tener a más, y en inglés. Muchos me han acompañado durante años, cuando entré aPontas ya tenía a una buena decena.

¿Con cuál de ellos está más orgullosa de trabajar?
—Elena Medel. Somos amigas desde hace 15 años y siempre le decía que tenía que escribir una novela. Y así lo hizo [Las maravillas, Anagrama, 2020]. Es una de las autoras españolas más traducidas y con más proyección. Estoy muy orgullosa porque para mí es de las más brillantes de nuestro país.

¿Los autores se quedan con la agencia o con el agente en concreto?
—Los autores son libres de hacer lo que quieran, pueden tener un contrato con una agencia, pero pueden cambiar de opinión. Al final, es su carrera y ellos eligen con quien quieren trabajar. En Inglaterra es muy habitual que un autor deje o cambie de agencia, algo aquí nos sorprende más. Hay que tener en cuenta que la relación que estableces con el autor es muy personal. Vivir de la escritura es muy difícil y tú tienes que estar ahí con ellos. En Pontas conocí a FedericoMoccia, a quien adoro y añoro muchísimo. Sabe perfectamente quién es y lo que hace.

¿El trabajo de un agente y el de un editor son similares?
—Son momentos diferentes en la cadena de valor del libro. Lo que está claro es que, sin los autores, no existiríamos. Un agente se dedica a descubrir autores, a encontrar la editorial que encaje mejor con su obra, acompañarlo en todo el proceso, asesorarlo... El editor se encarga también de corregir el texto, de la producción, de las portadas, del márketing... El agente está más ligado al autor, es como el paso intermedio. Carme Riera lo recoge muy bien en la biografía de CarmeBalcells, que es quién inventó esta profesión. Ella consultaba sus cartas astrales... Yo soy más práctica, tengo los pies en el suelo.

Debe ser emocionante leer un manuscrito antes que nadie y que luego se convierta en un libro.
—¡Sí! Hace unas horas, de hecho, he recibido algunas páginas de la nueva novela de Avni Doshi, el autor de Azúcar quemado (Temas de Hoy). Si quieres que el editor te compre la obra lógicamente tienes que haberla leído y comprendido, creer en ella. Es la parte más utópica o idealizada de nuestro trabajo, pero también la más real.

¿Qué proyectos están por llegar?
—En mayo, Seix Barral publicará La mala costumbre, de Alana S. Portero. Triunfó en la Feria del Libro de Fráncfort y se traducirá a nueve lenguas. La seguía desde hacía tiempo y cuando cambié de trabajo fue a la primera a la que llamé. Me dijo que estaba escribiendo algo. Pusimos la novela a punto y cuatro o cinco editoriales se interesaron. En junio saldrá en castellano y en inglés Países de origen, de Javier Fuentes. Es una historia de amor parecida a la de Call me by your name que sucede entreNueva York y Madrid.