El equipo: Darren Green, Carles Gomila, Itziar Lecea y Joan Taltavull.

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La semilla de Pulsar, el modelo de ‘retiro artístico’ instaurado en la Isla en 2016, dará un paso al frente esta primavera con un nuevo formato, un proyecto que se estrena bajo el nombre de Quarantine. El encuentro en torno al mundo de la pintura deja a un lado los agroturismos como sede para mudarse a un espacio con tanta personalidad histórica como el Llatzeret del puerto de Maó y convertirse en un refugio creativo.

Explica el fundador de la iniciativa original y de su versión evolucionada, el pintor menorquín Carles Gomila, que la principal diferencia es que la segunda «se aleja del turismo artístico».Quarantine, cuyo proyecto venía cociéndose ya desde hace unos años, tiene el propósito de «revivir» las funciones hospitalarias del lazareto para los artistas «convirtiéndolo en un refugio para mentes conscientes de la necesidad de romper con la inmediatez en que vivimos», destacan desde la organización.

«La fortaleza de Quarantine proviene de aceptar la crisis y el cuestionamiento como ingredientes indispensables para el verdadero aprendizaje, y de rechazar la bonanza y la previsibilidad que busca el pintor de vacaciones», defiende Gomila.

Un proceso en el que, claro está, juegan un papel primordial los mentores. Y para la ocasión se contará como profesores con artistas de primera línea, como son Nicolás Uribe, Jeremy Mann, Nadez­da, Vincent Desiderio, Henrik Uldalen y Emilio Villalba. «Queremos que la cárcel que son los altos muros de la fortaleza se convierta en alas para la creatividad: que la jaula se convierta en pájaro», destacan desde un equipo que está complementado con otras tres personas, los menorquines Joan Taltavull e Itziar Lecea y el estadounidense, afincado en la Isla desde hace años, Darren Green.

Durante la ‘cuarentena artística’ se desarrollarán maratonianas jornadas de trabajo (12 horas) con un programa al que los participantes se enfrentarán en secreto.Un periodo durante el que se enfrentarán a un proceso de desconexión, razón por la que estará    prohibido desembarcar en el islote teléfonos móviles. Antes de la llegada de la covid, Gomila ya tenía claro que el aislamiento es una herramienta clave «para el desarrollo de la creatividad», recuerdan desde la organización.

El plan de usos del Lazareto no contempla, por el momento, la posibilidad de pernoctar en dicho emplazamiento, por lo que los alumnos se alojarán en hoteles de la zona.