El profesor Manuel Aguilera, autor del libro «El oro de Mussolini», que presenta en Ciutadella. | Tolo Balaguer

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Profesor de Periodismo en el Colegio Alberta Jiménez de Palma, Manuel Aguilera Povedano es doctor en Historia y periodista. El profesor Aguilera, colaborador de «Es Diari», interviene esta tarde en el Casino 17 de Gener de Ciutadella, en un acto organizado por la asociación Menorca Historia y Concordia, en el que desvelará uno de los secretos mejor guardados de la Guerra Civil: la venta de Menorca por el Gobierno de la República.   

¿Cuál es el origen de «El oro de Mussolini»?

—Un documento escandaloso que encontré en 2005 en el archivo de la Universidad de Stanford, en EEUU. Eran las actas de una reunión entre dos espías en Mónaco para colonizar Balears.

¿Investiga el plan de Mussolini para crear una colonia en Mallorca y el ofrecimiento de la República para un pacto con Italia y Alemania?

—El primero se había contado por encima y el segundo es prácticamente inédito. Sólo Javier Tusell y Ángel Viñas habían hablado de ello pero no lo habían investigado a fondo ni habían buscado más pruebas. No sé si por proteger a la República o porque no dan importancia a una supuesta venta de Balears. Viñas llega a defender la cesión de los puertos de Maó y Cartagena para que la República ganara la guerra. Se nota que no es de ninguna de esas dos ciudades.

¿En qué consiste el pacto para conseguir esta no agresión?

—En enero de 1937 la República estaba desesperada al perder la guerra diplomática. Necesitaba que Alemania e Italia dejaran de apoyar a Franco. Primero ofrecieron dinero pero Italia les dijo que no era suficiente. Entonces se plantearon ceder el Marruecos español, Canarias o Balears.

¿Cómo se gestiona?

—A través de la embajada republicana de España en París, donde se convocaron reuniones con italianos y alemanes.

¿Quiénes intervienen?

—La negociación la llevó el embajador republicano en París, Luis Araquistáin, un veterano socialista y amigo del presidente Largo Caballero. Estos son los actores principales. El espía José Chapiro asistió a las reuniones. Negrín cambió la estrategia para comprar la intervención de Reino Unido y Francia

¿Ofrece la República las bases navales de Cartagena, Vigo y Maó?

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—Sí, es uno de los capítulos del libro. Nunca se habían encontrado los documentos, que ahora publico y acreditan que el Gobierno Negrín ofreció esos tres puertos de España al Reino Unido a través del ministro socialista Indalecio Prieto.

   ¿Cómo acaba esta historia?

—No puedo desvelar el final del libro (risas). Sólo puedo decir que he esperado quince años para hallar el documento que me ha permitido cerrar la historia.

¿Por qué la exministra Federica Montseny afirma en 1950 que «es demasiado pronto para escribir toda la historia»?

—Era un hecho tan grave que dinamitaría el prestigio de la causa republicana y muchos de los implicados seguían vivos. Había que esperar para explicar los hechos en su contexto y magnitud sin que saliera nadie perjudicado.

¿Se conoce el papel desempeñado por Menorca en la guerra?

—Hay libros de mucha calidad, como los de Andreu Murillo y Juan José Negreira. Lo importante es trabajar en libertad, no condicionados o dirigidos por un gobierno.

¿Falta aún mucho por explicar?

—Hay más de 30.000 libros sobre la Guerra Civil pero todavía quedan incógnitas que resolver. Uno de los retos es contar las historias de personas desconocidas, esas que podríamos ser tú o yo y nunca aparecen en los libros de Historia. También está por hacer la gran película de la Guerra Civil.

¿Cuál es su valoración de las leyes de memoria histórica?

—Las leyes de Balears se aprobaron con unanimidad política. Han permitido restaurar la dignidad de muchos asesinados. Eso es lo más positivo. Lo negativo es el intento de establecer una verdad oficial y usar la ley de manera sectaria para contar solo una parte de la historia.

¿Se está avanzando en la concordia y la reconciliación?

—Cuando se cierra una herida se avanza en la concordia. Cuando se relatan unos hechos basados en fuentes fiables también se avanza. Hay que fomentar la cultura de la paz, que incluye la piedad y el perdón, como decía Azaña y repitió hace poco Joan Huguet.